Educación,
democracia y participación han
sonado como notas musicales y se extendieron por todo el auditorio durante los
tres días que duró el VII Congreso Estatal de Educación Social celebrado del 21
al 23 de abril en Sevilla. Un conjunto de letras que forman las tres palabras
que manifiestan una clara implicación de la ciudadanía en la resolución de sus
propias necesidades y hacerlo desde una estructura democrática activa.
Cuando
en el diálogo inaugural, Antonio Manuel Seixas, Doctor en Ciencias de la Educación, hace referencia a John
Dewey y a su gran obra “Democracia y educación”, no puedo dejar de recordar a
este autor y a su obra. John Dewey pone en “democracia y educación” de
manifiesto las cuestiones políticas y morales implicadas en los discursos
educativos. Defiende una educación con función social, tema que lo desarrolla
en su capitulo II. En este capitulo concreta J.D. que el ambiente social
consiste en todas las actividades de todos los seres semejantes que intervienen
en el desarrollo de las actividades de todos sus miembros. Continúa J.D. y dice
que la persona al realizar su participación en la actividad asociada, el individuo
se apropia el propósito que la motiva, se familiariza con sus métodos y
materiales, adquiere destreza necesaria y se satura de su espíritu emocional.
Siguiendo el Diálogo inaugural, el propio Antonio, pone voz a las nuevas formas de sociabilidad, de movilidad, de relacionarse,
de una nueva realidad, de una convivencia de cuatro generaciones, y de devolver
la educación a la sociedad. En un momento de su intervención, nombra a
otro gran pedagogo, Paulo Freire, un pensador en el campo de la educación
comprometido con la vida.
Si
la Educación Social es un proceso en construcción basado en una participación
democrática de la comunidad, es compromiso con las personas, los grupos y los
colectivos. Si es todo lo señalado anteriormente, es verdad que estamos ante un
gran reto que manifiesta una gran responsabilidad hacia el impulso de forzar un
pensamiento crítico.
Se
puede hablar de Educación Social Inclusiva, con lo que nos referimos a dar
oportunidades a todas las personas de participar plenamente en todas las
actividades de tipo educativo, de empleo, formativas, ocio, culturales, etc,
que hacen que la sociedad sea más justa e igualitaria. Desarrollar un conjunto
de prácticas no discriminatorias ni excluyentes con el fin de aumentar la
participación en los contextos tanto de la educación formal, no formal e
informal.
Finalizo
con esta frase de la otra ponente en el diálogo inaugural, Elena Aycart, Educadora Social: “Pensemos
mucho y provoquemos pensamiento”.
Samuel N.P.