25N, Día
Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, aprobado
por la Asamblea
General de la Naciones Unidas en su resolución 50/134 el 17 de
diciembre de 1999, en la que se definió la "violencia contra la
mujer" como “todo acto de
violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada.
Desde el año 1981 el movimiento feminista alza la voz todos los 25N para
gritar al mundo el dolor de las mujeres victimas de la violencia de género. Una
voz que habla en lenguaje universal para decir basta, nuestro cuerpo no se
violenta, nuestra mente no se anula, las mujeres no callan ante la brutalidad y
la injusticia.
La violencia ha
sido ejercida a través de los años simplemente por ser mujeres, por ser niñas,
por ser madres, por ser poderosas, por ser sabías, por ser feminitas, por estar
enamoradas, …
Las agresiones y
asesinatos de mujeres aparecen día a día en los medios de comunicación, como si
fuese algo inevitable, vivimos con ellos, los asumimos como una desgracia más.
Seguro que no se
está haciendo todo lo posible para combatir está lacra, se aprueban medidas que
después no se llevan a cabo, debemos exigir a los gobiernos locales,
provinciales, autonómicos y centrales, que se tomen de una vez en serio este
problema, implicándose para prevenirlo y atajarlo.
Que las mujeres
dejen de ser ciudadanas de segunda, encabezando las estadísticas de la pobreza,
del menor salario, de la precarizad laboral, del paro, de no visibilizar su
presencia en la vida pública, de infravalorar su trabajo en el hogar, ya que la
violencia de género existe por la desigualdad entre mujeres y hombres.
Aunque en España
este año las mujeres muertas por violencia de género ha sido menor, los datos
de las últimas encuestas es que los malos tratos aumenta entre la población más
joven, tal vez tengamos que dar un tirón de orejas al modelo educativos, no
sólo de la enseñanza reglada también de la no formal.
El artículo “flores en el estiércol” de Santiago Roncagliolo, del país semanal,
18 de noviembre, el autor describe la brutalidad de los hombres que torturaban
durante la dictatura militar argentina y que situaban esas labores en la Escuela de Mecánica de la Aramanda , hoy lugar
dedicada a la memoria de esa época. S.R. dice que la tortura es cosa de hombres
y que las mujeres no la practican, y que debe ser el único ámbito en que nadie
ha exigido la igualdad de género. Continua S.R. diciendo que en ese
recinto sólo se habla de hombres, más
bien de machos, puntualiza, las mujeres sólo aparecen en las fotos de las
víctimas. Pero termina el autor diciendo que ahora los edificios de la ESMA están llenos de símbolos
femeninos, son ocupados por las asociaciones de madres y abuelas de las
personas desaparecidas o asesinadas.
Podemos hablar también de Malala Yousafzaï,
niña paquistaní de 14 años. Esta niña recibió un disparo del que sobrevivió
milagrosamente. Su mal ha sido defender el derecho de las niñas a la educación
en su país. La agresión contra ella la realizaron hombres talibanes diciendo
que Malala Yousafzaï es el símbolo de los infieles y la obscenidad, y que
cuando se cure de sus heridas la matarán.
Los medios de comunicación están llenos cada
día de situaciones que engrandecen a los hombres y desprecian a las mujeres.
Dicen que el silencio
nos hace cómplices, la ocultación nos hace cómplices, no implicarnos nos hace
cómplices. Tú, yo, todos y todas podemos elegir que sociedad queremos, aquella
que construimos todos y todas en el día a día, en la que se pueda decir basta en
la calle, en la publicidad, en el trabajo, en la casa, en esta sociedad
patriarcal y mercantilista que fomenta la desigualdad y alimenta la violencia
de género.
No te calles, no
somos simplemente rosa y azul, princesas y principes, …
Rosy Puerto Sernández
Samuel Núñez Pestaña