En la foto Ana Ayuso, madre de la menor transexual y activista en favor de la igualdad de derechos
Artículo de Diana Martínez | 16/03/2018- LA NUEVA CRÓNICA DE LEÓN
Una familia de Cacabelos con una hija transgénero de 7 años impulsa un acto de visibilización de las personas transexuales, este sábado a las 18:00 horas en el Cine Faba
«El caso de nuestra hija nos permitió ver y apreciar el maravilloso mundo de la diversidad, un mundo en el que nos sentimos muy cómodos y nos ha hecho ser mejores personas». Ana Ayuso es la madre de una niña transgénero de siete años de Cacabelos que el pasado mes de junio, cuando la pequeña tenía seis, hizo el tránsito social y escolar a su identidad femenina.
La condición de la niña abrió un nuevo panorama a su familia y a su entorno. «Nosotros siempre hemos tenido muy claro educar a nuestros hijos en plena libertad de expresión de pensamiento y sentimiento. En esa realidad, se manifestó la identidad de la niña». Con tres años, ella se refería a sí misma en femenino, asumía comportamientos propios de las niñas y se sentía mejor con ropa de mujer que con su propio atuendo.
De inicio, sus padres se sintieron un poco confundidos con los términos de orientación sexual e identidad sexual, «es lo que les pasa al principio a muchas de las familias», pero buscando los recursos con los que comprender la situación que planteaba la pequeña, comprendieron de qué se trataba. «Quizá puede parecer muy pronto que a los seis años se pueda hacer el tránsito, pero para nosotros fue incluso tarde. No queríamos precipitarnos, pero ella lo tenía ya claro cuando tenía tres».
Pese a hacer sentir siempre a la pequeña cómoda con su identidad en el ámbito más familiar, en su zona de confort, sus padres trataron de ver cómo era la situación en el colegio.
Siguiendo alguna indicación «llegamos incluso a intentar una opción que nunca habíamos probado, la de reprimir sus comportamientos y fomentar otros que pudieran parecer más ‘masculinos’. Guardamos sus disfraces, los pinta uñas, los juguetes. Pero eso duró muy poco, duró una semana. Ella es una niña supercreativa y se hizo un vestido con un mantel y se pintó las uñas con rotulador permanente rojo. Vimos que aquello iba en contra de nuestros principios y que a ella le hacía un flaco favor. Así que volvimos a nuestra libertad».
Puede sonar extraño que un menor tenga clara cualquier cosa con tan sólo tres años. Pero es que «esto no es una decisión, un gusto o un capricho. Es la identidad. La identidad es otra cosa y la identidad sí se tiene clara a los tres años. Quién eres, sólo lo puedes saber tú», afirma la madre de la pequeña. «La identidad de un menor es incuestionable, no podemos rectificar ni inducir ni corregir. El papel de las familias es acompañar, velar por su integridad y por su salud».
Impulsado por la familia de Ana, Cacabelos acoge este sábado día 17 a las 18:00 horas en el cine Faba un acto con el que se pretende visibilizar y normalizar a las personas transgénero. Una actividad vinculada al Día Internacional de la Visibilidad de las Personas Transexuales que se celebra realmente el próximo día 31 de marzo a nivel mundial.
"El tirón de orejas es para las instituciones. Es necesaria ya la Ley Estatal de Identidad de Género"Pero Ana y su familia han querido con un acto unos días antes, formar parte de este movimiento tan necesario, que permita ayudar a que las personas con esta condición sean aceptadas de forma natural y con su identidad en su propio entorno y en la sociedad en general. En él participarán familias de distintos lugares de Castilla y León de la Asociación Chrysallis, de ayuda a familias con menores transexuales. Habrá lectura de un manifiesto y actividades, si el tiempo lo permite, en el parque de Cacabelos. Si no, será en el interior del Cine Faba, a partir de las 18:00 horas.
«Lo que tratamos es que se visibilice que en nuestro entorno hay personas transexuales que llevan una vida normal y que la gente se vaya quitando de sus miedos y prejuicios que las personas adultas solemos tener, la mayoría de las veces por falta de información», explica.
La propia mentalidad abierta de la familia de Ana, el apoyo de su círculo más próximo y el papel que ha jugado el colegio, el Centro Rural Agrupado de Quilós, donde la niña estudia, han permitido que ese tránsito fuera un paso sencillo. “Hay un círculo con poco trabajo de sensibilización que hacer, porque conocen, aceptan y apoyan pero es necesario que el mensaje vaya calando para una mayoría de gente que lo desconoce.
Cuando dieron el paso definitivamente, hace ahora ocho meses, fue necesario acudir al colegio para que los compañeros y compañeras de la niña pudieran entender que a partir de entonces, iba a ser ‘ella’, con su nombre de niña y su plena condición de niña.
Pactaron una charla para el alumnado y hubo una reunión con las familias. El hecho de que fuera un colegio pequeño, lo facilitó. «A nadie la pilló de sorpresa, la estaban conociendo y sabían que ella iba a ser esa niña antes o después», explica su madre. El día de inicio de la nueva etapa, tanto Ana como la profesora y la directora del colegio «estábamos temblando y pensando en qué podía pasar».
"Ella lo tenía claro desde los tres años, La identidad no es una decisión o un capricho. Es algo incuestionable"La emoción se les desbordó cuando “al entrar en su clase lo que vimos fue a todos abrazándola y diciéndole: bienvenida. Lloramos al comprobar la lección que te puede dar la infancia, sin prejuicios y sin miedos”.
Ana destaca el papel fundamental que ha jugado su hijo mayor, de nueve años, el hermano de la niña «un ejemplo de madurez, de tolerancia, de activismo y respeto. El único miedo que él tenía es que su hermana cambiara. Ella misma le tranquilizó y le dijo que todo iba a ser igual, que iban a poder seguir jugando a peleas, simplemente que ella se iba a dejar el pelo largo y a tener otro nombre». Un nombre de chica. Por fin.
Su hija no ha sufrido, dice Ana. La aceptación de su familia ha sido fundamental en su proceso. «Ella tiene un ajuste mental y emocional con su cuerpo al 100%. No rechaza sus genitales porque siempre les hemos enseñado que hay muchas niñas con vulva, pero que hay algunas niñas que tiene pene y ella es una de ellas».
Cuando llegue el momento, afrontarán, si es necesario, explica Ana, la necesidad o no de que tenga los tratamientos hormonales bloqueadores de la pubertad u otras cuestiones médicas. Pero ahora eso no toca, porque la pequeña sólo tiene siete años.
Con todo, la familia de Ana, viviendo el caso de su hija, ve clara la necesidad de hacer lo posible por ayudar a otras familias que puedan ver un problema en una situación como la de tener un hijo transexual.
«Los adolescentes en la asociación Chrysallis, cuentan que lo peor que han podido pasar es llevar el peso de creer que van a decepcionar a su propia familia». El poder del asociacionismo y compartir experiencias es fundamental. «Y mi recomendación para las familias es que comprendan que, sin empujarlos a un vacío para el que no estén preparados porque cada caso debe medir sus tiempos, si el tránsito se produce en la infancia será menos probable que en plena adolescencia los menores sientan rechazo o tenga problemas para relacionarse con sus iguales».
Esta pequeña de Quilós, cuya madre prefiere preservar su nombre para evitar convertirla con tan sólo siete años en protagonista de una causa que afecta a muchas más personas, puede convertirse en la primera menor transexual de la provincia de León en cambiar su nombre en el DNI.
Ya es una niña en su casa, en su colegio, en el parque, en su pueblo, en la tarjeta del bibliobús y en todas las fichas de sus actividades extra escolares. Pero su madre defiende que «es necesario» que la Ley Estatal de Identidad de Género salga adelante este año y que las personas transexuales puedan tener su identidad reflejada oficialmente en todos sus documentos por ley «y no dependiendo de la buena voluntad de una persona».
Mientras la ley llega, el tirón de orejas es para las administraciones y su falta de información, las trabas en los tratamientos hormonales, unos libros de texto que sólo reflejan dos siluetas, una niña con vulva y un niño con pene, cuando tratan de enseñar a los pequeños a identificar su género. Y un largo etcétera de situaciones que ponen el contrapunto al ímpetu de personas como Ana y su familia que apuestan por la igualdad y el respeto.
La Semana de la Diversidad que se celebró el pasado noviembre en Cacabelos fue uno de los pasos hacia adelante en este aspecto.
El acto del sábado será otro más, en una carrera imparable hacia la normalización de lo que debería ser normal: respetar a cada persona tal y como es.
Chrysallis, apoyo a familias con menores transexuales
Hasta hace muy poco tiempo, ni la legislación existente ni las administraciones, contemplaban la realidad de las familias con hijos transexuales. El desconocimiento de estas situaciones por parte de profesionales de distintos ámbitos era en parte la causa del sufrimiento de los niños y niñas y sus familias. En el empeño de muchas de ellas de que los menores no vivieran una infancia y juventud sin que su identidad sexual fuera reconocida, nació la asociación Chrysallis.
Trabajo de investigación, búsqueda de conocimientos, diálogos con personas transexuales adultas , generando herramientas y protocolos propios de acompañamiento y actuación, estableciendo alianzas entre profesionales de todos los ámbitos y con otros colectivos o movimientos sociales y visibilizándose a través de actos, han conseguido ser la referencia para más de 700 familias que ya están asociadas en España y sobre un centenar en Castilla y León. Su página web Chrysallis.org.es ofrece toda la información sobre sus proyectos y servicios