El 30 de enero de
cada año, en el Aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, desde 1964 se
celebra una jornada educativa no gubernamental conocida como el “DÍA ESCOLAR DE
LA NO VIOLENCIA Y LA PAZ”, fundada en España en 1964 por el poeta, educador y
pacifista mallorquín Llorenç Vidal.
Lanza del Vasto, discípulo
directo de Mahatma Gandhi y fundador de las Comunidades pacifistas del Arca,
dijo en Sevilla en el año 1976 “sea así en vuestras escuela el establece un día
dedicado a la Paz y la No Violencia.
John Paul Lederach
en 1983 escribe un libro con el título “Educar para la Paz” como base para una
pedagogía pacifista desde la escuela.
Como Educador
Social me siento obligado a recordar cada 30 de enero los grades valores humanos de
la No Violencia y la Paz, garantizar que la educación es la base para resolver
tanto los conflictos cercanos como los que se extienden fuera de nuestras
fronteras.
Este año quisiera
hacer referencia a menores soldados, niños y niñas, dedicarles este pequeño post y poder hacer
visible una realidad y para ello tengo sobre las teclas de mi ordenador el libro “Un largo camino” de
Ishmael Beah, que narra con toda profundidad su vida como “niño soldado” en
Sierra Leona, que con doce años participó en una guerra total y convirtió la
violencia como algo natural, perdió su infancia y el amor por la vida. Al final
fue rescatado por un grupo de las Naciones Unidas y llevado a un centro de
rehabilitación de menores. Hoy Ishmael Beah es licenciado en Ciencias Políticas
en Nueva York.
La pobreza y la
falta de recursos que posibiliten la igualdad de oportunidades lleva a que
menores de los países menos desarrollados, la mayor parte de ellos en conflictos
bélicos, tomen las armas, obligados algunas veces y otras como forma de no
pasar hambre, por poner un ejemplo, en Yambio, un pueblo devastado por la
guerra, de Sudán del Sur, el 60% de sus menores han sido reclutados por grupos
armados. En el mismo Sudán del Sur, en conflicto civil desde 2013, se estima
que hay 19.000 niños y niñas soldados.
Wissam Ahmad es
otro de los ejemplos, un grupo terrorista, el Daesh, en Siria, entró en su
pueblo y lo reclutó como soldado con 12 años. Ahora tiene 18 años, vive en
Jordania y da charlas en los Institutos sobre tolerancia, paz y no violencia.
Pero a los largo
de la historia, y en muchas culturas, se
utilizaron a menores en campañas militares. En la Europa Medieval, se usaban
menores como zorras (escuderos), colocados delante de los ejércitos para hacer
de escudos humanos.
Hablamos de
menores, tanto niños como niñas, aunque conozcamos muchos más casos de niños,
no excluimos a las niñas, no existe en estas prácticas ningún tipo de distinción
de género.
Es
mucho más difícil para una niña. Para empezar, pierdes tu identidad como mujer: tienes que llevar un
uniforme militar, botas, debes llevar pelo corto… no se te permite usar
pintalabios ni nada que recuerde que eres una chica. No se te permite ser una
mujer: cambia tu forma de hablar, tu forma de moverte, incluso tu forma de
estar simplemente de pie… todo.
Además eres
menospreciada y humillada: imagina tener 16 años y no poder recordar cuántos
hombres han tocado tu cuerpo y han abusado de ti. Muchas niñas de apenas 13
años se convierten en madres sin tener el cariño de una familia ni nadie que
les cuide, sin padre ni madre, sin nadie que les diga «estoy aquí para
apoyarte, yo te protejo».
En el frente
las chicas se ven obligadas a cometer atrocidades sólo para demostrar que no
son unas cobardes, y eso nunca se olvida. Te sientes sucia y sin valor, pierdes
completamente tu autoestima y crees que no mereces que nadie te quiera. Para
los chicos también es terrible, pero no puedo hablar por ellos, porque yo lo
viví como mujer.»
China Keitetsi, ex-combatiente-
Fuente El País
Samuel N. P.
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