En un colegio público de la localidad de Arteixo (La Coruña) una niña de 12 años lleva cuatro meses sancionada por acudir a clase con velo islámico. El colegio tiene abierto un expediente disciplinario por incumplir las normas del propio centro que prohíbe acudir a las aulas con la cabeza tapada con cualquier gorro o paño.
Pero por encima de llevar o no llevar este tipo de prenda, estará el garantizar la escolaridad de los niños y niñas, y no la discriminación del alumnado por nacimiento, raza, sexo, religión u opinión.
No discuto si el pañuelo tapando la cabeza es un símbolo, signo, o como se quiera llamar, también si es religioso o cultural, defiendo primeramente el derecho a la educación, lo de llevar o no llevar esa prenda debe ser secundario.
Muchos chicos y chicas, también el profesorado y demás personal de los centros escolares, pueden llevar otros elementos religiosos como pueden ser crucifijos y medallas, sin olvidarse de que algunos centros públicos decoran con murales las paredes en fechas señaladas como es la Navidad, con elementos identificativos de una religión determinada.
Hace no pocos años las chicas gitanas no querían ir a los centros de secundaria por que tenían que poner ropa deportiva para hacer educación física, mientras que para su cultura no era bien visto este tipo de prendas. No se les expedientó, se trabajo con ellas y con sus familias, para tratar de cambiar una serie de predisposiciones que poco tenían que ver con sus tradiciones, que por cierto cuentan con un gran patrimonio cultural.
Que pasaría en el colegio de Arteixo si lo visitara una mujer africana a dar un a conferencia, acudiría con su ropa tradicional o se mandaría que se vistiera como una occidental.
El equipo directivo del colegio, el claustro, el consejo escolar, el ampa, igual tendrían que proponer que en el centro trabajasen educadores/ras sociales, trabajadores/ras sociales, psicólogos/as, pedagogos/as, etc, profesionales que se dedicasen más a desarrollar las competencias personales y sociales de los chicos y chicas, a la vez que una intervención directa de apoyo a sus familias.
Yo como profesional de los servicios sociales, no me fijo en el modo de vestir de los chicos y chicas con los que trabajo, no les cuento los pendientes que traen, si tiene el pelo largo o corto, si ponen gorro o gorra, me importa su forma de hacer y de pensar.
Foto: Diario El País
Samuel N.P.
2 comentarios:
Hola Samuel! Un poco tarde para poner un comentario, pero es que he estado desconectada estos días. Yo creo que como Educadores Sociales sí debemos fijarnos en la imagen de las personas con las que trabajamos, pues con esa imagen están comunicando cosas importantes. Yo creo que sí hay que fijarse, aunque como muy bien dices, lo que hacen y cómo lo hacen es lo importante.
Me encanta tu blog!!!!
Toñi, es verdad que la imagen de las personas nos muestra muchos aspectos de los que somos. Lo que quiero decir es que no puede ser motivo para jurgar, ni para discrimar, ni menos excluir a nadie.
Graciñas por leer y participar en el blog, tambiés es tuyo.
Samuel
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