domingo, 29 de enero de 2012

Cáritas abre en Ponferrada (León), un centro para alejar de la calle a 30 jóvenes con problemas

Apoyo educativo, socialización, talleres, juegos, deportes y campamentos para favorecer la convivencia, y hasta una referencia adulta. Esto es lo que ofrecen cada uno de los tres centros juveniles gestionados por Cáritas y Hermanos Maristas en Ponferrada, donde se atiende a 138 niños y niñas pertenecientes a un centenar de familias desestructuradas —la mitad, monoparentales—. Centros como el que ayer se inauguró en el barrio del Temple, después del traspaso de unas instalaciones que antes estaban en Flores del Sil.
Los cerca de 30 niños y niñas de esta zona que participan en el programa —en su mayoría inmigrantes— cuentan ya con un espacio totalmente renovado y más próximo en el que podrán estudiar, divertirse y huir de la calle. Y es que aquí está el principal problema de un colectivo mayormente marginado, que carece de una referencia paterna e, incluso, comienza a delinquir, según explicó el hermano marista Raúl Blanco.
El nuevo Centro de Día El Urogallo pretende convertirse en un colegio alternativo donde los niños, las niñas, y adolescentes en edad escolar que hayan sido expulsados acudan cada mañana para no abandonar el hábito de estudio, teniendo en cuenta que una de sus características comunes es el gran déficit educativo y cultural. Es esta la principal novedad. Las instalaciones permanecerán abiertas en horario de mañana con tal fin y, asimismo, se mantendrán activas por la tarde, como venía haciéndose hasta ahora.
A los 30 jóvenes de la zona del Temple, hay que sumar los 35 de la zona centro y más de una decena en la parte alta de la ciudad. Todos ellos conforman la gran familia formada por Cáritas y Maristas. A ellos —chavales de diferentes países y etnias— se les ayuda a comportarse, a respetar, a abandonar el comportamiento violento, a crecer con autonomía personal para no caer en las drogas o la violencia por influencia externa. En definitiva, a sobrevivir al cerco social donde se mueven y que en la gran mayoría de los casos condiciona su futuro. «No tenemos recetas mágicas, pero es el carino el que puede ayudarnos a acercarnos a estos jóvenes», aseguró Blanco, recordando que la mayoría de los niños, las niñas, y adolescentes que se suman al programa permanecen en él como mínimo dos años.
Y lo cierto es que los jóvenes están contentos. Les gusta la labor desarrollada en estos centros, sobre todo aquello que tiene que ver con las excursiones y la socialización. Así lo recalcó, por ejemplo, Luis Daniel de la Cruz, un joven dominicano que asegura que El Urogallo es un centro «muy especial», donde ha vivido «momentos inolvidables» y a aprendido a respetar y a que los respeten.
Noticia: Diario de León, 28 de enero de 2012

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