sábado, 18 de febrero de 2012

Sentirse querido en el grupo

Todas las personas que me conocen saben que soy un gran defensor del trabajo grupal. Pero sé que desde la intervención social no es fácil pasar de lo individual al trabajo de grupo, para ello, es necesario manejar una serie de herramientas y habilidades por parte de los y las profesionales.
Estamos a punto de terminar un trabajo grupal con cuidadores y cuidadoras de personas con discapacidad afectada por enfermedad mental, personas del medio rural, la mayoría mayores, al cuidado de familiares de más de cuarenta años. Cuando planteamos este tipo de actividad, por un lado están los contenidos a desarrollar en las diferentes sesiones y quienes podrían hacerlo, por otra, y la que priorizamos, ya que de ella saldría el éxito o fracaso del proyecto, es la propia dinamización del grupo.
Es verdad que desde mi ámbito profesional desarrollamos muchas intervenciones grupales, hace cerca de un mes, finalizamos un proyecto de este tipo con mujeres. Pero con estos cuidadores y cuidadoras suponía un reto, una experiencia nueva, en realidad era innovar sobre algo hecho.
Nos ponemos a trabajar todo el equipo, ya que desde hace tiempo entendemos que una sola persona no puede ejecutar un proyecto, para ello compartimos tareas y responsabilidades, cada cual desde su formación profesional.
Para el logro de los objetivos dentro del grupo, la eficacia y el éxito de éste, nos basamos es unos aspectos concretos a tener en cuenta: la “comunicación” deberá ser desde el primer momento fluida, que las personas participantes tengan claro los objetivos, saber que todos los miembros del grupo son importantes y son necesarios, buena cohesión, motivación, sentirse bien y la integración.
Una fase primordial en dar una buena información de lo que vamos hacer, llegar a la primera sesión es un paso decisivo, mantener a las personas hacia una segunda sesión es un reto, terminar todo el proyecto con el grupo motivado es el éxito.
Al final lo que conseguimos los Educadores y Educadoras Sociales, lo mismo que otros profesionales que defienden la intervención grupal como un gran paso hacia el desarrollo comunitario, es que las personas se sientan queridas dentro del grupo, eso es lo que nos hace crecer como agentes de cambio, y a las personas integrantes del grupo vemos que encuentran comprensión, pueden hablar, van a explicar sus experiencias, que obtienen formación que les ayuda a sentirse más seguros de que se hace lo correcto, encuentran información, se les ayuda a encontrar formas de disponer mejor de su tiempo libre, encuentran nuevos amigos y amigas, realizan lo que les gusta e incluso colaboran en organizar desde el grupo sus propias actividades, les ayuda a conocerse a ellos mismos y saber gestionar en mayor medida los problemas que tenemos, se sale del aislamiento, se tiene mucha más seguridad al estar juntos, se llega a ser solidario, y poder dar apoyo a otras personas que lo necesitan.
Lo que dicen los y las que participan:
Luís pasa de 75 años, va al grupo ya que tiene una hija con enfermedad mental en su casa, es el primero en llegar, lo hace desde el primer día, no es muy hablador, pero participa de todas las dinámicas, se lo pasa bien, y nos dice: ”como se hablan tantas cosas, algunas las olvido cuando llego a casa, pero me siento a gusto ya que estoy con otras gente que tiene las misma situación que yo, por eso merece la pena venir”.
Carmen tiene a su hermano enfermo mental en casa, habla mucho en el grupo y dice: “me gusta venir, aprendo mucho, es la primera vez en veinte años que me han dado la oportunidad de compartir mis problemas con otras personas y con otros profesionales”.
Luisa, tiene un hijo con enfermedad mental en su casa, toda su vida dedicada a la agricultura, viene en taxi con otras personas del grupo, lo primero que hace es saludar y besar a los profesionales que dirigimos la actividad, habla mucho, hay que mandarle callar, nos cuenta muchas cosas sobre su hijo, también opina: “me gusta venir, veo que hay familias que están pasando por la misma situación que la nuestra, podemos buscar soluciones entre todos para mejorarla calidad de vida de nuestros hijos e hijas, y que no los vean como bichos raros”.

Samuel N.P.