“El día después”, película
Norteamérica de 1983, ambientada a mediados de la década de los ochenta, en
plena guerra fría, narra los devastadores efectos de un holocausto nuclear en
la vida de los habitantes del pequeño pueblo norteamericano de Lawrence,
Kansas. Sus habitantes hacían vida normal, muchos de ellos ajenos a la
creciente tensión entre la
Unión Soviética y los Estados Unidos -junto al resto de los
países de la OTAN-
por un conflicto en Berlín. Pero cuando la guerra estalla, la cercanía de
Lawrence a una base de misiles nucleares americanos firmará la sentencia de
muerte a la mayoría de sus habitantes.
Ayer ha sido el Día Internacional
de la Educación Social ,
las redes sociales han estado calientes durante toda la jornada, nunca antes
este día había tenido tanta repercusión. Muchos Colegios Profesionales de
Educadores y Educadoras Sociales y el propio Consejo General han organizado una
multitud de actos, la
Educación Social es una realidad, golpea fuerte, hace ruido,
vuela y aterriza.
Pero al día siguiente también
llegan los Presupuestos Generales del Estado con su esperada carga de recortes
en el gasto público. La esperanza se vuelve en contra, nos deja helados, es
posible que la conflictividad social se instale de forma duradera.
El Presidente aparece, y nos mete
el miedo en el cuerpo diciendo que lo que le gusta es “la mayoría silenciosa”, que
es mejor quedarse callado, si lo haces serás incentivado, por bueno, los malos, es decir aquellos que
protestan, irán al infierno.
Comienzan a pasear las voces por
los informativos diciendo “no hay alternativas posibles”, o los recortes o nos
hundimos como el Titanic. Pues no es verdad, hay otras formas de minimizar los
impactos de la crisis sobre los servicios sociales, la educación o la sanidad,
como ejemplos de pilares básicos de una sociedad justa e igualitaria.
Yo voy a seguir defendiendo lo
que creo, tal vez no estaré siempre en Madrid, pero lo haré desde mi pequeño
espacio, que es este humilde blog, desde donde pienso, que al menos nos queda
el aire para respirar.
Samuel N.P.
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