sábado, 13 de julio de 2013

Safety car social


Ha salido el safety car, es decir el auto de seguridad cuya función básica es la de neutralizar las carreras para agrupar a los participantes ante un incidente grave o por causas meteorológicas. El safety car permite colocarse todos en fila, la misma velocidad, sin adelantarse, y dar vueltas al circuito sin desgaste.
Ha sacado el gobierno un safety car social que coloca a las personas en las colas del paro y en los bancos de alimentos. Hemos pasado en poco tiempo de tener un conjunto de menús variados y escogidos a depender sólo de un plato único. El safety car social limita a las personas y les impide realizar con garantías su desarrollo personal, a la vez que dificulta vivir la vida que a cada uno le gustaría.
El Gobierno empieza a dedicar parte de sus presupuestos a las ayudas de emergencia y éstas se generalizan en las Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos. Sustituyen en aportaciones económicas o en especie, aqellos programas cuya finalidad era la prevención y que aportaban las herramientas necesarias para que muchos colectivos, familias y personas particulares pudiesen salir de la situación de riesgo o exclusión social en que se encuentran.
Ahora se ponen en marcha acciones que no tratan de solucionar el fondo del problema, más bien perpetuarlo, tal vez como arma de poder. Se están dotando a las entidades sociales privadas de unas responsabilidades propias de los Servicios Sociales Públicos. Todos sabemos que el tercer sector en necesario, pero debe ser un complemento del Estado de Bienestar. 
Nuestros políticos no han sabido o no han querido anticiparse a la crisis, eso significaría adelantarse, situarse antes del tiempo real. La especia humana tiene una gran capacidad de predecir, función propia del cerebro ejecutivo, llamado también cerebro del cerebro, corresponde su geografía la parte frontal del mismo. Pero los que algunos gobernantes han estado utilizando el cerebro en otros menesteres que es mejor no comentar.
Como decía Muhammand Yunus “La caridad no es una solución a la pobreza: sólo la perpetúa despojando a las personas pobres de su iniciativa. Nos permite proseguir con nuestra propia vida sin tener que preocuparnos por la de las personas pobres. Sólo sirve para aplacar nuestras conciencias”.
Samuel N.P.

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