Ha salido el safety car, es decir
el auto de seguridad cuya función básica es la de neutralizar las carreras para
agrupar a los participantes ante un incidente grave o por causas
meteorológicas. El safety car permite colocarse todos en fila, la misma
velocidad, sin adelantarse, y dar vueltas al circuito sin desgaste.
Ha sacado el gobierno un safety
car social que coloca a las personas en las colas del paro y en los bancos de
alimentos. Hemos pasado en poco tiempo de tener un conjunto de menús variados y
escogidos a depender sólo de un plato único. El safety car social limita a las
personas y les impide realizar con garantías su desarrollo personal, a la vez
que dificulta vivir la vida que a cada uno le gustaría.
El Gobierno empieza a dedicar
parte de sus presupuestos a las ayudas de emergencia y éstas se generalizan en
las Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos. Sustituyen en aportaciones
económicas o en especie, aqellos programas cuya finalidad era la prevención y que
aportaban las herramientas necesarias para que muchos colectivos, familias y personas
particulares pudiesen salir de la situación de riesgo o exclusión social en que
se encuentran.
Ahora se ponen en marcha acciones
que no tratan de solucionar el fondo del problema, más bien perpetuarlo, tal
vez como arma de poder. Se están dotando a las entidades sociales privadas de
unas responsabilidades propias de los Servicios Sociales Públicos. Todos
sabemos que el tercer sector en necesario, pero debe ser un complemento del Estado
de Bienestar.
Nuestros políticos no han sabido
o no han querido anticiparse a la crisis, eso significaría adelantarse,
situarse antes del tiempo real. La especia humana tiene una gran capacidad de
predecir, función propia del cerebro ejecutivo, llamado también cerebro del
cerebro, corresponde su geografía la parte frontal del mismo. Pero los que algunos
gobernantes han estado utilizando el cerebro en otros menesteres que es mejor
no comentar.
Como
decía Muhammand Yunus “La caridad no es
una solución a la pobreza: sólo la perpetúa despojando a las personas pobres de
su iniciativa. Nos permite proseguir con nuestra propia vida sin tener que
preocuparnos por la de las personas pobres. Sólo sirve para aplacar nuestras
conciencias”.
Samuel N.P.
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