Berthol Becht escribe el texto de
la obra “Santa Juana de los Mataderos” en 1930 para la radio. Es en 1959 cuando
se estrena como obra de teatro. El argumento se basa en la especulación del
gran capital con los mataderos y los ganaderos que va dejando sin trabajo a los
obreros. Se manifiesta la realidad económica de Chicago en los años 30. En la obra
aparece una muchacha que trata de ayudar a los pobres y para ello intenta negociar con
los empresarios. La muchacha es victima de sus propias creencias y fantasías,
al final ella también fracasa. Es una obra en contra de la explotación.
Ahora entramos en la era de
“entre todos”, un programa de la televisión pública en la que la presentadora
en forma de una Santa Juana de los Mataderos o Juana de Arco de la era
tecnológica, trata de solucionar situaciones problemáticas en un tiempo record
y en directo.
Se dice del programa “entre
todos” que fomenta la solidaridad y aspira a ser una auténtica red social de
cooperación, en donde se reflejan los valores positivos de la sociedad, potencia
y canaliza la generosidad.
Yo lo que veo en el programa es
que se establece una caridad cómplice de quienes originan la pobreza y que
necesitan que la miseria se prolongue en el tiempo para que la beneficencia
continúe y sea un motivo de tener que decir “gracias por darme de comer”.
Me pregunto si estamos destinados
a olvidar lo que es un “derecho social”, y a no luchar por mantener los que
tenemos. Nuestros impuestos deben de servir para dar unos servicios públicos de
calidad y no tener que ir a un programa de televisión para conseguir un dinero
que necesito para pagar una silla de
ruedas, y todo ello entre aplausos.
Que dirán todos los y las
profesionales que trabajando en Servicios Sociales, muchas veces intentando
sacar recursos donde no los hay, si ven este show televisivo, ya que no puede
tener otro nombre, y analizan que un problema social se soluciona con una
llamadita de teléfono.
Ya me gustaría que la televisión
pública diese protagonismo a programas que hagan visible las injusticias, que
fomentasen la participación y la igualdad, conocer la diversas iniciativa
empresariales que parten de cero, o simplemente reconocer la labor que muchas
personas, desde el silencio, desarrollan en las ONG.s.
Decía
Muhammand Yunus: “la caridad no es una solución a la pobreza,
sólo la perpetúa, despojando a las
personas pobres de su iniciativa. Nos permite proseguir con nuestra propia vida
sin tener que preocuparnos por la de las personas pobres. Sólo sirve para
aplacar nuestras conciencias”.
Samuel N.P.
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