Aquella mañana de Junio de 1990 se
respiraba un aire diferente en Estrasburgo. Yo me atrevería a decir que incluso
una luz especial iluminaba aquella tierra alsaciana que fue testigo de las
guerras mundiales más sangrientas ocasionadas por hombres que creyéndose dioses
condenaron al exterminio a quienes consideraron seres inferiores.
Nelson Mandela acababa de salir
de la cárcel donde había permanecido durante 27 largos años. Su delito no fue
otro que el de defender a su pueblo contra el racismo y el sufrimiento al que
los blancos gobernantes de Sudáfrica habían sometido a la mayoría negra del
país. El Parlamento Europeo había creado en 1988 el premio Sajarov y lo
concedió al prisionero Nelson Mandela que, obviamente, no pudo acudir a
recogerlo porque estaba en la cárcel de Robben Island. Fue el presidente del
Parlamento, el español Enrique Barón, quien invitó a Mandela a acudir a
Estrasburgo para que todos los Diputados pudiésemos rendirle el homenaje que
tanto se merecía.
Había nerviosismo en la sede del
Parlamento porque algunos diputados, especialmente los más significados
racistas, no estaban conformes con esa visita. Se extremaron las medidas de
seguridad en torno a la persona del invitado que siempre estuvo acompañado de
las principales autoridades parlamentarias.
Desde aquí quiero agradecer al
Presidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón, que además es mi amigo, que
me diera instrucciones precisas para que me situara en el lugar adecuado que le
permitiera a él presentarme a Nelson Mandela y hacerle conocedor de nuestra
lucha por defender la causa de la comunidad gitana. Efectivamente, unos metros
antes de la entrada de nuestro ilustre invitado en el Salón de Plenos de la
Cámara, el Presidente Barón me hizo un gesto para que me acercara y me presentó
a Mandela con estas palabras:
--Señor Mandela le presento a
Juan de Dios Ramírez-Heredia, que es Diputado español, el único que pertenece a
la comunidad gitana y que tanto en el Parlamento español, al que antes
pertenecía, como ahora aquí en el Parlamento Europeo, lucha contra el racismo
que padece su gente y se esfuerza por defender los derechos humanos de su
comunidad.
Mandela me obsequió con una
sonrisa de simpatía y se interesó por la causa de la comunidad gitana que,
sorprendentemente para mi, no le era desconocida. Finalmente, mientras me
estrechaba la mano con una fuerza cálida que a mi me pareció como una bendición
celestial, me dijo:
--Siga usted luchando por
defender esos ideales porque al final la victoria le acompañará.
Hoy, al recordar al héroe, al Premio
Nóbel de la Paz, a la figura que junto a Gandhi y Martín Luther King mejor
encarna la difícil lucha contra el racismo, en estos momentos en que los
racistas nos persiguen en Francia, en Italia y últimamente en el Reino Unido.
Ahora que nos matan en Grecia, en
Hungría, en Eslovaquia y en tantos otros lugares, las palabras de Madiba, ─título
de honor que le otorgaron los ancianos de su comunidad─ representan el mejor
estímulo en nuestros afanes por lograr una sociedad donde el racismo no tenga
cabida.
Los gitanos de todo el mundo seguiremos
su ejemplo porque, como él dijo con tanto acierto: “La mayor gloria no es caer, sino
levantarse siempre”.
Juan de Dios
Ramírez-Heredia.
Abogado
y periodista
Presidente
de Unión Romani
española
Vicepresidente
de Unión
Romani Internacional
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