El
gran director Luís García Berlanga, realiza en el año 1961 la película “Plácido”, una de la principales comedias del cine
y una de las grandes obras de la filmografía española. En esta película,
Berlanga, a través de un humor negro y esperpéntico, utiliza en “Plácido” divertidas situaciones navideñas para
satirizar el hipócrita slogan de la época “ponga un
pobre en su mesa”. Pero la situación que expone Berlanga en esta
película no ha quedado sola en el tiempo, parece que cada Navidad se repite.
Todos estos días con ambiente navideño, la ONG “Cáritas”, publica el
número de familias que en el 2013 han recibido alimentos, parece ser que ha
duplicado las ayudas del 2012. Se dice que una de cada cuatro personas en
España está en situación de riesgo de exclusión social, que viven con ingresos
menores de 423€ al mes, y un alto porcentaje de hogares vive en lo que se llama
“pobrezas severa”, que no es para menos, ya que no se puede sacar adelante una
familias con estos ingresos. A estos datos de “Cáritas” hay que añadir las
conclusiones sobre que el riesgo de pobreza tiene la palabra género, es decir
la sufren en mayor número las mujeres.
Seguimos con noticias, y es el momento en que los
cargos públicos se pasean por los comedores sociales y se dejan fotografiar con
las personas que acuden a ellos, una imagen al menos hipócrita e indignante. Y
el Papa habla de que no hay derecho a que la gente pase hambre, mientras tanto
la iglesia está llena de tesoros.
En estos días muchas personas famosas organizan
diversos eventos a favor de las personas pobres, así podemos ver partidos de
fútbol en que jugadores con contratos millonarios dan unas pataditas al balón
para recaudar fondos con que cubrir las necesidades de muchas familias. Actos
que me parecen bien, ya que pueden sensibilizar y concienciar a la población
sobre la situación actual. Lo que no encuentro relación es que después de este
tipo de situaciones, nos muestren a los famosos y famosas en grandes fiestas de
lujo, comiendo, bebiendo, y muchas veces olvidándose de que ellos y ellas son
también una referencia a imitar.
Y yo que pensaba que la palabra “pobre”
ya no estaba en el diccionario, que la prosperidad de esta última época había
aniquilado a este colectivo, que el Estado de Bienestar nos incluía a todos y a
todas por igual. Que todo lo relacionado con la pobreza se situaba en el
pasado, aparcado en las estanterías de las bibliotecas, que la caridad ya no
estaba en la lista de la compra.
Ya veo que de nada o de
poco ha servido que el año 2010, la Comunidad Europea
lo dedicara a luchar contra la pobreza y la exclusión social o al menos poco se
ha visto, desde ese año, si quitamos varios anuncios televisivos, por cierto
muy buenos técnicamente, miles de carteles y dípticos, también muy
creativos, y algún acto de buena fe.
No será mejor dejar la palabra “pobre”
para la historia, y comenzar hablar de familias con pocos recursos, en
situaciones difíciles, que necesitan apoyo, con las que hay que hacer una
planificación a corto, medio y largo plazo, con las que hay que volcarse, darles
todos los medios que necesiten, potenciar sus capacidades, primero para que
pueden tener lo básico para vivir, evitando cualquier situación de exclusión
social a la que pueden estar sometidas, con el fin de poder desarrollarse con
toda libertad en su ambiente personal, familiar, laboral y comunitario.
Todo esto está bien, pero si se habla de “pobres”
es que hay “ricos”, y eso no se publica en ningún estudio, al
menos en estas fechas.
Samuel
N.P.
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