martes, 8 de julio de 2014

Las otras condecoraciones


Uno de los temas de Fito&Fitipaldis lleva el título “medalla de cartón”, una canción cuyo estribillo es una clara crítica a todo lo que representa la guerra y las condecoraciones:
“Todo lo que no se ve,
lo que nadie nos contó,
lo que se quedó en la piel,
la memoria del dolor.
Que le den al General,
la medalla de cartón,
se la tiene que clavar,
en mitad del corazón”

Una condecoración es una insignia que se concede como honor y distinción. Suele consistir en una pieza metálica con forma determinada, en la que se graban imágenes o inscripciones, y que suele ir prendida del pecho o colgada del cuello.

Las condecoraciones están al orden del día, se establecen sin unos criterios establecidos y quedan al margen del gobernante. La mayor parte de estas condecoraciones son entregadas a las fuerzas armadas, policías, y alguna de ellas, como no, a santas vírgenes. Aprovechan alguna festividad religiosa, hace unos días fue San Juan patrono de la Policía, en Madrid la Alcaldesa entregó las medallas al mérito policial a 10 miembros del Cuerpo Nacional de Pollicía y la Cruz al Mérito a tres subinspectores y siete agentes antidisturbios, todo ello por su actuación en el 22M en el que se dice que se desató una batalla campal tras las pacificas marchas por la dignidad.

Hay muchos profesionales que se juegan la vida en la tarea diaria que desarrollan, que podemos decir de las personas que trabajan en la construcción, o aquellas que se pasan su jornada en la carretera. Casi todos los trabajos tienen un riesgo y no por eso condecoran a las personas que los ejecutan.

Pero quiero hacer una mención especial a los profesionales que desarrollan su trabajo en el campo de lo social, que intervienen con colectivos desfavorecidos, adolescentes en riesgo, drogodependientes, reclusos/as, etc. Ellos y ellas no piensan en condecoraciones, ni nadie se las va a dar, a pesar de que su trabajo muchas veces se desarrolla en la soledad del que bien hace las tareas. Su misión termina cuando se han cumplido los objetivos planteados, algunas veces antes, ya que no es posible llegar al final de la acción. Un claro ejemplo de lo que estoy hablando es de lo ocurrido en el mes de mayo de este año, una psicóloga clínica, Violeta Garido Rivera, de 29 años, natural de Zamora, falleció tras ser agredida en su despacho del Centro Psiquiátrico San Juan de Dios de Palencia por una paciente.
Samuel N.P.
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nuestro trabajo como el de much@s profesionales no necesita condecoraciones ni reconocimiento, necesita poder ser realizado