Me dicen que le doy
muchas vueltas a las cosas, es que algunas veces la realidad no está lejos de la
ficción, lo mismo de hoy, no es el ayer y menos será el mañana, así que intento
reflejar lo que pienso al escribir en mi blog.
“Alguien voló sobre el
nido del cuco”, una película de 1975 que está en nuestra mente por ser un
clásico del cine, con cinco Oscars, mejor actor (Jack Nicholson), director
(Milos Forman), actriz (Louise Fletcher) y mejor guión adaptado. Un película
basada en la novel de Ken Kesey que lleva el mismo título, es una denuncia a
los llamados “manicomios”, y de cómo eran tratados tanto a “locos y locas” a
largo de la historia. Es un despertar a la libertad.
Randle McMurphy
(Jack Nicholson), un hombre condenado por asalto, y un espíritu libre que vive
contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible
disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará
desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con
la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de
cada paciente del pabellón está en juego. (FILMAFFINITY).
Qué ha
pasado con esta crisis del covid-19 y cómo ha afectado a las personas que
presentan una discapacidad que surge por una enfermedad mental. Ellos y ellas
ha sido y siguen siendo población de riesgo, por lo cual el confinamiento llega
a sus máximos extremos, encerrarse con sus multitud de patologías, es que no
hay ninguna diagnóstico igual. Es verdad que es un colectivo invisible, que se
pasa muchas horas en casa y el resto en centros educativo, talleres
ocupacionales, etc. los más graves en hospitales psiquiátricos sin miradas al
mar. Pero con esta pandemia, la casa y sus cuatro paredes han sido para la
mayoría de este colectivo su lugar de meditación y peregrinación, alguna visita
tomada con máximas precauciones o ciertas llamada telefónicas para saber qué
tal se encontraban, han sido muchas veces el único contacto con el mundo
exterior.
En esta
situación de cuarentena se ha disparado la medicación de este colectivo, un
aumento en los fármacos para tranquilizar y poder dormir, no existen las
terapias, se sufre un doble aislamiento al limitarles los recursos que en el
día a día recibían y necesarios para desarrollar una vida normal como el resto
de las personas, ya que son eso, “personas”.
Han sido
muchas las recomendaciones que se han dado para el colectivo con problemas de
salud mental que hacen referencia a los aspectos cognitivos, emocionales y de
socialización, no fáciles de desarrollar con estas personas, cuando la mayor parte de las citas con profesionales
de la salud mental se han suspendido.
Las
cuidadoras y cuidadores no profesionales de personas afectadas por una
enfermedad mental, no lo tienen fácil, la verdad es que nunca lo han tenido,
pero más en esta situación, son veinticuatro horas al lado, no hay descanso,
además de tener que afrontar muchas situaciones inesperadas.
Ahora
toca señalar esa otra pandemia que hace referencia la OMS y no es otra que el
aumento de los trastornos mentales en personas que no los sufrían
anteriormente, afectando a esas cuidadoras y cuidadores en el propio hogar,
como a todo el personal sanitario y otros servicios esenciales, como puede ser
todo el ámbito de los servicios sociales. El estrés y la ansiedad se pasean por
todas las esquinas y pueden llegar a ser el inicio de situaciones más extremas
y llegar a tener que desarrollar un tratamiento con secuelas futuras.
No
podemos olvidarnos en esta pandemia de todo este colectivo que presentan un
alto grado de vulnerabilidad, ni tampoco a las mujeres y hombres que los cuidan, hay que
evitar que se añadan más personas a la lista de esta discapacidad que afecta ya
por si a un alto número de habitantes en esta aldea global tan frágil, que es
la tierra.
“El dolor
mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más
difícil de soportar”.C. S.
Lewis.
Samuel N.P.