Con la crisis de
COVID-19 el Vicepresidente Segundo del Gobierno y Ministro de Derechos Sociales
y Agenda 2030, anunció hace unos días que se va a poner en marcha un recursos
que se llama “ingreso mínimo vital puente”, que tiene carácter de “urgencia” y
que su finalidad es garantizar que las personas más vulnerables tengan unos
ingresos mínimos para poder cubrir sus necesidades básicas. Será una ayuda
coyuntural y excepcional, lejos de la idea de poner en marcha una Renta Básica Universal,
y que en algún momento el partido político “Unidas Podemos”, el mismo al que
pertenece el Vicepresidente, defendió en su programa electoral.
A la vez que se anuncia
esta medida, vuelve al debate político y de la calle, la idea y la necesidad de una
Renta Básica Universal, algo que en este país se ha pretendido obviar, como si
fuera una idea disparatada, puesta en la mesa por personas que están con la
mente en las antípodas.
En estos momentos me
viene a la cabeza el libro “Utopía para realistas” de Rutger Bregman que he
leído hace un tiempo, quería saber más sobre la Renta Básica Universal y
comprenderla para poder fundamentar mejor su necesidad. Del propio libro saca
unas notas que me ayudaron a reflexionar y poder entender mejor la realidad de
una utopía, entre ellas me convencí que la Renta Básica Universal erradicaría
la pobreza y las desigualdades existentes, que los demás recursos que se
pongan no dejarán de ser pequeños “empujoncitos” que sirven para hacer la pobreza ligeramente más
soportable, así lo expresa en el libro Rutger Bregman.
Lo que está claro es
que en estos momentos de crisis no hay tiempo para el debate sobre la Renta
Básica Universal, hay una prioridad que es el poder ayudar a las personas con
más necesidades, ya que ahora es lo que urge, y la Renta Básica Universal llevaría
tiempo consensuarla, pero eso no quiere decir “aparcarla”.
Pero realmente qué es
la Renta Básica Universal, pues muy sencillo, una aportación económica que sale
de las arcas del Estado y que va dirigido a todas las personas, por eso, por
ser personas, independientemente de su condición social. Esos no daría unos
mínimos para tener cubiertas las necesidades básicas sin tener que estar
continuamente justificando el no tener para comer, ni que te inunde la burocracia
para fundamentar esa necesidad.
Decía el filósofo,
médico y economista, Bernard de Mandeville, “es manifiesto que en una nación libre donde no se permiten los esclavos, la
riqueza más valiosa es tener una multitud de pobres”. Es que España por la
crisis del COVID-19 ha aumentado de seis a diez millones las personas que
demandan ayudas en los Servicios Sociales, es verdad que es una situación
excepcional, vale, pero se puede alargar en el tiempo si lo dejamos pasar y no
le damos una solución a corto y medio plazo. Y en eso estamos, unos Ingresos
Mínimos Vitales Puente ahora y mañana una Renta Básica Universal.
Es verdad que las
diferentes Comunidades Autónomas ya cuentan con un recurso que cubre las
necesidades básicas, en Castilla y León se llama la Renta Garantizada de Ciudadanía,
y a pesar de contener enormes dificultades que la burocratizan y no la
simplifican, es un apoyo para poder
salir de la situación en que se encuentran las
personas más vulnerables, pero la realidad es que le faltan otros
recursos que la complementen, parte de las personas se dispersan en el tiempo
con esta ayuda.
Creo que no es más
humillante para una persona que hacer una cola para que le puedan dar una bolsa
de comida, arroz con lentejas. Es necesario cubrir las necesidades con recursos
para que cada persona, cada familias, pueda hacer su compra para alimentarse,
no marcarle lo que tiene que comer. Tenemos un ejemplo claro y no es otro que
lo que hizo la Comunidad de Madrid, comida precocinada para paliar la
alimentación de los y las menores como compensación al cierre de los comedores,
no es despreciable o indigno.
“No
es una Utopía acabada lo que deberíamos desear, sino un mundo donde la
imaginación y la esperanza estén vivas y activas”. Bertrand
Russell (filósofo, matemático, lógico y escritor
británico ganador en 1950 del Premio Nobel de Literatura).
Samuel N.P.
Samuel N.P.
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