Volvemos a la ida y vuelta del vinilo, cara A y cara B, desde escuchar
la voz de Sarah Vaughan, 1955, pasando por Elvis Costello o The River de Bruce Springsteen, así paso el tiempo necesario para poder
escribir este post.
Me viene a la mente el recuerdo de Erik Weihenmayer que se convirtió en la primera persona ciega de la historia en
coronar la cima del Monte Everest, también de Mª Teresa Perales, nadadora paraolímpica,
ganó 26 medallas, a los 19 años perdió la movilidad
desde la cintura hasta los pies a causa de una neuropatía, o el mismo Stevie
Wonder, ciego de nacimiento y unos de los mejores músicos y compositores a nivel
internacional. Esto son algunos ejemplos de que no hay personas “discapacitadas”
ni “minusválidas”, hay personas con discapacidad, bueno que les puede faltar un
brazo, una pierna, no oyen, un poquitito más bajo de lo “normal”, yo mismo
tengo que usar gafas para poder realizar las actividades diarias, realmente son
personas muy válidas y capaces como cualquiera.
En España hay actualmente más de cuatro millones
de personas con discapacidad, el 9% de la población total. Lo importante es que
este colectivo presenta distintas situaciones de desigualdad y que deben
afrontar en el día a día, mucho más que las personas sin discapacidad. Así que
muchas de esas desigualdades se ven incrementadas en una situación de crisis
como es la del COVID-19, en palabras de .António Guterres, Secretario General
de la ONU, ha denunciado esta situación y ha declarado que «debemos
garantizar la igualdad de derechos de las personas con discapacidad al acceso a
los cuidados sanitarios y a los procedimientos que les salven la vida«.
Ha urgido también a los Gobiernos a que las personas con discapacidad estén en
el centro de la respuesta al COVID-19 y en los esfuerzos de recuperación.
El Real Decreto 463/2020,
de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la
situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 (BOE 14 marzo 2020) modificado
por el Real Decreto 465/2020, de 17 de marzo (BOE 18 marzo 2020), ha declarado
el estado de alarma y ha establecido una serie de medidas, algunas de las
cuales se comentarán a continuación por afectar a las personas con discapacidad
y sus familias.
Estas instrucciones
sirven para aclarar que las personas con discapacidad, que tengan
alteraciones conductuales, como por ejemplo personas con
diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas, el cual se vea
agravado por la situación de confinamiento derivada de la declaración del
estado de alarma, puedan realizar los desplazamientos que sean necesarios,
siempre y cuando se respeten las medidas necesarias para evitar el contagio.
Ahora llega el COVID-19
y deja en casa a miles de personas con discapacidad y con unas medidas estricta
que llevan a un efecto desolador sobre esas personas y sus familias, que se
complica mucho más si se tiene una discapacidad psíquica o intelectual. Pero
aún podemos hablar de más desigualdades que no son otras que el no contar la
familia con recursos económicos suficientes o con las capacidades adecuadas
para poder atender a sus hijos e hijas las veinte cuatro horas. A todo esto
habría que añadir los contactos sociales, los grupos de amistades, ya por si no
es fácil de establecer en situaciones normales, también lo agrava la crisis, así
como el tiempo de ocio y de trabajo Tampoco podemos olvidar que parte de esa
población reside en el medio rural donde la brecha social es más amplia.
Ante esta crisis que
llegó sin avisar, al menos sin estar preparados ni concienciados con lo que nos
venía, qué hacer con las personas con discapacidad para poder al menos
minimizar los riesgos con esta población. Es importante que cuidadoras y
cuidadores tenga una buena información tanto de las medidas para prevenir
contagios como recursos adaptados a cada situación familiar y a cada persona
con discapacidad en particular. El contacto vía telefónica o a través de
internet entre la familia, las personas con discapacidad y los profesionales de
los centros, en caso de que estuviesen en alguno de ellos, es de suma
importancia.
Los y las
profesionales que trabajan con las personas con discapacidad, tanto educadores
y educadoras sociales, trabajadores y
trabajadoras sociales, psicólogos y psicólogas, profesorado, cuidadoras y
cuidadoras, monitores y monitoras, se tendrán que plantear nuevas estrategias
de intervención, adaptándolas a las nuevas situaciones.
Dicen que esta
pandemia nos reforzará en valores y solidaridad, pues las personas con
discapacidad esperan de la sociedad y de la comunidad más cercana que todo lo
que se construya de manera positiva les pueda influir para poder crecer en un
entorno inclusivo real.
“No tengo complejos de ninguna clase; la vida sigue y yo
también. Lo único que quiero es que me miren con dignidad.”
Jazmín Esparza
Samuel N.P.
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