A partir de organizar una sesión de risoterapia en una asociación de
mayores en la que participaron personas desde 95 años hasta menores de 5 años,
me he dado cuenta de lo importante que es esta técnica.
Se conoce como risoterapia a una técnica
psicoterapéutica tendente a producir beneficios mentales y emocionales por
medio de la risa. No puede considerarse una terapia, ya que no cura por sí
misma enfermedades, pero en ciertos casos favorece que aparezcan actitudes
positivas y motivadoras.
La risoterapia
se desarrolla principalmente en actividades de grupo, consiste en la utilización de diferentes ejercicios,
actividades y dinámicas a través de las cuales un grupo de personas es conducido
a un sentimiento de desinhibición que le haga llegar al binomio risa
ensayada-risa espontánea,
lo que le llevará a experimentar sus beneficios físicos, psíquicos,
emocionales y espirituales.
Las sesiones
suelen dividirse entre una parte teórica, en la que
se repasa todo lo referente a la risa, y otra parte
práctica consistente en estiramientos,
ejercicios de comunicación, con el objetivo de que los asistentes se
desinhiban y se cree complicidad entre ellos, y distintas técnicas que trabajan
alcanzar el estado óptimo para llegar a la mejor risa, aquella
proporcionada por una carcajada intensa y pura.
Podemos decir que
existe una risa espontánea,
aquella que surge de forma natural como expresión genuina de las distintas emociones humanas,
como por ejemplo aquella asociada a la alegría, la diversión o el humor. En
contraposición a esta se encuentra la risa ensayada, la cual
se obtiene
voluntariamente y
sin motivo alguno que la justifique. Por otro lado, la risa estimulada,
es aquella consecuencia
de la acción física o que refleja determinados estímulos
externos, como las cosquillas. Luego, la risa inducida es
producto de los efectos de determinados fármacos o sustancias psicotrópicas como el alcohol, la cafeína, las
anfetaminas o el cannabis, entre otras. Finalmente, la risa patológica
es específica de lesiones del sistema nervioso central como consecuencia de
varias enfermedades neurológicas transitorias o persistentes; esta última no
está vinculada a cambios emocionales y no hay control voluntario sobre su
duración, intensidad o expresión facial. A veces viene acompañada de «llanto
patológico»
En risoterapia se aplican tanto la risa
ensayada ya que se vuelve divertida y contagiosa en cuanto empezamos a practicarla,
y suele originar la risa espontánea. Cuando reímos a
carcajadas se activan entre 100 y 400 músculos, a la vez que se original
multitud de beneficios fisiológicos. La risa es un gran motor de
cambio a nivel individual, reduce el estrés, desarrolla el crecimiento
personal,…, pero también el grupo se ve favorecido por posibilitar mejor la
relación y la comunicación.
Antiguamente,
aunque no estuviera demostrado científicamente, se creía como hoy en el poder
que tenía la risa para influir en el cuerpo, sobre todo porque los estados de
ánimo alegres creaban una predisposición favorable para la curación corporal.
En China los taoístas incluían en su filosofía la creencia de que la salud de
una persona era proporcional a las veces que se reía durante el día. En la Edad
Media, la actuación de los bufones durante las comidas se hacía con el fin de facilitar
la digestión en los comensales, asociada a la hilaridad provocada por este. Más
tarde, fueron muchos los expertos que, como Richard Mulcaster y Robert Burton,
comenzaron a recomendar la risa como ejercicio o como método terapéutico. El
propio Sigmund Freud atribuía a la risa el poder de liberar el
organismo de energía negativa.
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