lunes, 29 de julio de 2019

La Diputación de León acoge la clausura del proyecto europeo para la formación de mujeres rurales



Grown Ups Work forma parte del Programa Erasmus+, está dotado con 151.656 euros y en él también participan la Diputación de Valladolid y socios de Italia, Bulgaria y Portugal
La Diputación de León ha acogido este viernes la clausura del proyecto europeo Grown Ups Work para la formación de mujeres rurales en situación de exclusión o con dificultades para encontrar un empleo. El diputado José Pellitero ha oficiado de anfitrión y ha dirigido unas palabras de agradecimiento a los asistentes y socios del programa: la Diputación de Valladolid, Fores (Trento-Italia), Infocenter (Tryvana-Bulgaria) y CoraNE (Bragança-Portugal). Pellitero ha mostrado la satisfacción de que la Diputación “contribuya con su granito de arena al empoderamiento de la mujer rural y a buscar medias para paliar la despoblación, nuestro principal problema”.
El proyecto Grown Ups Work forma parte del programa Erasmus+ de la UE en los ámbitos de la educación, la formación de las personas adultas, la juventud y el deporte, para el periodo 2014-20201. Su presupuesto total asciende a 151.656 euros, de los cuales 21.670 corresponden a la Diputación de León, financiado al 100% por la Unión Europea. Se ha desarrollado durante los últimos 23 meses.
La Diputación de León ha centrado el contenido del curso de Servicios Sociosanitarios, con el doble objetivo de contribuir al empleo de la mujer rural y a evitar el abandono de los mayores en los pueblos. Ha tenido una duración de 60 horas: 30 teóricas y 30 prácticas, en las que se ha visitado el centro Nuestra Señora del Valle y se ha conocido ‚in situ’ como se hace la movilización de enfermos con el empleo de grúas. También se ha analizado la experiencia de ‚El Monte de Tabuyo’, un grupo de mujeres emprendedoras que, además de un restaurante, tienen cultivos ecológicos y producen conservas. Asimismo, cada una de las alumnas hizo una jornada de prácticas en ayuda a domicilio.
Las participantes han sido 11 mujeres de distinto origen tanto españolas como inmigrantes, todas ellas en paro. Seis de ellas han encontrado un empleo o están con ánimo de emprender su propio negocio. Las destinatarias del proyecto han sido mujeres adultas sin cualificación o perteneciente a colectivos de exclusión con dificultades para lograr un empleo, debido principalmente a la falta de formación y a la dificultad de acceso a la misma.
El programa se ha desarrollado en la zona del Órbigo (Benavides de Órbigo, Carrizo de la Ribera, Cimanes del Tejar, Hospital de Órbigo, Llamas de la Ribera, Santa Marina del Rey, Turcia, Villarejo de Órbigo, y Villares de Órbigo), pero, una vez que esté en marcha al 100% la plataforma, se dará a conocer en toda la provincia para que las mujeres del mundo rural puedan acceder al mercado de trabajo o emprender.
Dos proyectos europeos más
La Diputación de León, en el ámbito de los proyectos europeos, ha desarrollado en los últimos meses dos proyectos financiados al 91,89% por el Fondo Social Europeo para personas inscritas en garantía juvenil y que estuvieran empadronados en municipios de menos de 20.000 habitantes. Han consistido en 16 cursos de formación que han llegado a más de 300 jóvenes de la provincia, aunque los cursos de formación han concluido a finales de junio, ya se conocen algunos casos de alumnos que ya están trabajando gracias a la formación obtenida.
Información: web de la Diputación de León.

martes, 23 de julio de 2019

Diecisiete



Sinopsis
Héctor es un joven de 17 años que lleva dos interno en un centro de menores. Insociable y poco comunicativo, apenas se relaciona con nadie hasta que se anima a participar en una terapia de reinserción con perros. Allí, el chico establece un vínculo indisoluble con una perra a la que llama Oveja. Pero un día la perra es adoptada y Héctor se muestra incapaz de aceptarlo. A pesar de que le quedan menos de dos meses para cumplir su internamiento, decide escaparse para ir en busca de su perra. El centro se pone en contacto con su hermano mayor, Ismael, su tutor legal, que trata de convencerle de que vuelva al centro, pero Héctor se niega: nada le va a parar hasta que dé con su perra. Ismael se verá entonces obligado a acompañarle en esta quijotesca odisea, para asegurarse de que no se meta en líos, porque Héctor está a dos días de cumplir los 18 años y a partir de entonces, cualquier delito que cometa no le enviará de vuelta al centro, sino a la cárcel...
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Diecisiete
Guion
Daniel Sánchez Arévalo, Araceli Sánchez
Música
Julio de la Rosa
Fotografía
Sergi Vilanova
Productora
Atípica Films. Distribuida por Netflix

lunes, 8 de julio de 2019

Dos sillas de ruedas


Artículo de Almudena Grandes.
El País Semanal, 7 de julio de 2019.

Raquel tiene 20 años y una enfermedad rara. Su historia me impresionó por muchas razones: una de ellas es su paralelismo con la de una amiga.
CONOZCO MUCHAS HISTORIAS. Las que he vivido, las que he leído, las que me han contado. A menudo, personas a quienes nunca he visto me cuentan sus historias. Todas me gustan, todas me interesan, pero apenas logro escribir sobre unas pocas, y ni siquiera sabría explicar muy bien por qué. Sólo sé que, a veces, al tropezarme con una situación, un escenario, unos personajes, se produce una misteriosa conexión en mi cabeza. Un filamento se ilumina, un botón se abrocha, una hebra se expande sin motivo, para conectarse con otras y comenzar así a tejer otra cosa. Eso fue lo que me sucedió con la historia de Raquel.
Raquel vive en Madrid. Tiene 20 años y una enfermedad rara, que la condena a vivir en una silla de ruedas. Yo tengo una vieja, querida amiga, que está en la misma situación, aunque una enfermedad igual de rara la sentó en una silla cuando había disfrutado ya de la mitad de su vida. Raquel vive en Madrid, en un piso de renta antigua situado en una corrala, cerca del viaducto. Mi amiga se fue a vivir a Barcelona para recibir tratamiento en una clínica especializada, y desde hace años quiere volver a Madrid, pero no puede. Raquel vive en un piso alto, el que tenía su familia cuando contrajo una enfermedad sin nombre, y nunca sale a la calle, porque en las corralas no hay ascensores. Mi amiga busca en Madrid desde hace años un piso bajo, accesible, pero no lo encuentra. No porque no existan, sino porque los precios, los alquileres, son exorbitantes. Es una exiliada económica, como otros amigos que han tenido que abandonar su ciudad al jubilarse, porque no podían pagar el alquiler con sus pensiones. La familia de Raquel tiene muchos menos recursos económicos que mi amiga. Si para una es dificilísimo encontrar una vivienda adaptada, para la otra es directa, definitivamente imposible renunciar a la renta antigua de la vivienda que ocupan. Por eso no se han mudado a un piso bajo.
En Barcelona, donde vive en un edificio con ascensores, sin escaleras, mi amiga puede salir a la calle, moverse por la ciudad en su silla eléctrica. En Madrid, Raquel sólo dispone de una puerta para conectarse con el exterior. Está haciendo una carrera en la UNED, una universidad pública donde las matrículas para estudiantes discapacitados son gratuitas. En los primeros cursos, su familia pagaba a unos enfermeros para que la bajaran de su casa al portal a pulso, eso que en nuestra infancia llamábamos la sillita de la reina, pero les salía tan caro que Raquel creyó que no iba a poder terminar la carrera. Cuando lo comentó con su tutor, se abrió una nueva posibilidad. Ahora, un profesor, o una profesora, de la UNED va hasta su casa para examinarla. Le lleva todos los materiales que necesite, se queda con ella y comprueba que hace el examen en las mismas condiciones que el resto del alumnado. Cualquier consultor o asesor económico se llevaría las manos a la cabeza al calcular los costes que implica la carrera de Raquel, la necesidad de conformar tribunales lo suficientemente grandes como para suplir las ausencias de los miembros que se desplazan a domicilio para examinar a muchos únicos alumnos, muchas únicas alumnas que no pueden ir al examen por su propio pie. Pero sólo gracias a ese derroche, a ese chiringuito, que dirían algunos, Raquel puede seguir estudiando.
Su historia me impresionó por muchas razones. En primer lugar, evidentemente, por su paralelismo con la historia de mi amiga, esa quimera de los pisos bajos, accesibles, en Madrid, uno más entre los frutos de la brutal especulación inmobiliaria que nació de la política municipal de urbanismo salvaje que se practicó durante décadas, y que volverá ahora, más salvaje, y feroz, y desatada que nunca. Pero también por su carácter ejemplar del valor de los servicios públicos, los que se pagan con el dinero de todos, los que mejoran la vida de quienes los necesitan.
Parece que la educación, la sanidad, la dependencia pública, son sólo epígrafes para que los candidatos discutan en los debates televisivos, cifras descarnadas, millones de euros desconectados de la suerte de las personas, pero no es así.
La próxima vez que oigan hablar de ineficiencia, de derroche, de chiringuitos, acuérdense de Raquel.