lunes, 7 de septiembre de 2009

España participa en el Mundial de Fútbol Calle para Personas sin Hogar

«El fútbol es algo que mueve montañas, y también mueve a las personas excluidas», dice José Manuel Caballol, director general de la Fundación Rais (Red de Apoyo a la Integración Sociolaboral), para enmarcar la participación española en el Campeonato Mundial de Fútbol Calle para Personas sin Hogar que desde hoy hasta el 13 reúne en Milán a 48 países. Para quienes están viendo la cara más difícil de la vida, sin autoestima ni redes sociales y rodeados de estigmas e incomprensión, la motivación para acudir a un entrenamiento es un primer paso decisivo para redescubrir sus capacidades y volver a mirar al futuro.
Alí, que llegó a jugar en la primera división marroquí, cree que es «una oportunidad para aprovechar, un empujón para nosotros y para todas las personas sin hogar, un sueño para todos». Tras ocho años en España, se siente tan ciudadano como el que más y considera un honor estar en la selección de ocho jugadores y «luchar por mis compañeros y por mí mismo, a ver si se puede cambiar algo». Aunque aclara que se trata de «prestar atención, no quince días, sino siempre, con apoyo laboral y de formación» que facilite la plena integración social. Y pide «que no nos vean como indigentes» -“esa «palabra duele mucho», apostilla-”, sino como personas necesitadas de apoyo humano, porque «cuando sientes que alguien te presta atención, eso es más importante que el dinero».
Sobre todo, personas. También Antonio, que nació cerca de Lisboa y lleva aquí tres años, acude al Mundial de Fútbol Calle con la esperanza de que su difusión en la prensa sirva para «cambiar un poco» la realidad de las personas sin hogar y «pueda ser un trampolín para las que están en peor situación, durmiendo en la calle». Cuando se acumulan las circunstancias adversas, recalca, «cualquiera puede llegar a eso». Y de ahí su insistencia en remarcar que «son personas iguales a las demás, con derecho a vivir, a tener trabajo, a ser respetadas como cualquiera. Por encima de todo, somos personas».
Personas, como confirma Gerardo desde su experiencia madrileña, desarboladas a veces por las complicaciones de la vida. Él mismo, que tuvo negocios y familia estable -“es abuelo a sus 46 años-”, «no se lo creía cuando veía a un chico de 20 años pidiendo». Pero ahora sabe que el carecer de hogar «le puede pasar a cualquiera» y reconoce en su caso cierta «cura de humildad» al vivirlo en primera persona. Por eso dice que «es la primera vez que voy al Mundial de Fútbol Calle, y es un orgullo, pero espero que sea la última, porque significaría que estaría trabajando». Milán es un paréntesis, lo más importante es la inserción a través del ocio.
Noticia: Diario de León, 6 de septiembre de 2009

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