¡Que pase la siguiente!, dice Berlusconi, en su “bunga bunga”, código utilizado para decir orgía, multitud de fiestas organizadas en su mansión de Arcore. El magnate de 74 años, se lo pasa bien, como si de un emperador del antigua imperio romano se tratase, o un califa de las mil y una noche, junta su harén de chicas, algunas menores, y comienza la fiesta, cinco minutos y son cinco mil euros. La chicas, muchas prostitutas de lujo, hacen fila en los pasillos de su palacio, ¿quién será la elegida hoy?.
El escándalo de las orgías destapadas por la fiscalía de Milán pone a Silvio Berlusconi a la deriva, pero el que manda, manda, y todo pasará, posiblemente sin consecuencias para él.
Berlusconi, no tiene ni ética ni moral, siente un desprecio hacia las mujeres, que sólo las utiliza para sus juergas, y él se encuentra más solo que la una, a pesar de estar rodeado de montañas de dinero.
Lo más trágico de esto, es pensar que Berlusconi es el presidente de Italia, un país europeo, elegido democráticamente por sus paisanos y paisanas. Pero se gasta su dinero, posiblemente dinero público, en estas orgías, sabiendo los mal que lo están pasando muchas de sus familias, haciendo números para llegar a fin de mes.
Sabemos que Berlusconi no sólo es un presidente, es el amo y señor de muchos medios de comunicación, y claro está, el que tiene la “información” tiene el “poder”.
Un teólogo afín al Opus Dei, Vittorio Messori, ha dicho, que es “mejor un putero que hace buenas leyes que un notable catolicísimo que promulga normas contrarias a la Iglesia”, yo digo que prefiero un presidente honrado o una presidenta honrada, que se pueda equivocar al hacer una ley, ya que ésta se podrá modificar o cambiar.
Lo bueno, es que nadie hablará de Berlusconi cuando se muera, pero el mundo seguirá hablando de Gandhi, de Teresa de Calcuta, de Vicente Ferrer, de Saramago, o de Labordeta.
El escándalo de las orgías destapadas por la fiscalía de Milán pone a Silvio Berlusconi a la deriva, pero el que manda, manda, y todo pasará, posiblemente sin consecuencias para él.
Berlusconi, no tiene ni ética ni moral, siente un desprecio hacia las mujeres, que sólo las utiliza para sus juergas, y él se encuentra más solo que la una, a pesar de estar rodeado de montañas de dinero.
Lo más trágico de esto, es pensar que Berlusconi es el presidente de Italia, un país europeo, elegido democráticamente por sus paisanos y paisanas. Pero se gasta su dinero, posiblemente dinero público, en estas orgías, sabiendo los mal que lo están pasando muchas de sus familias, haciendo números para llegar a fin de mes.
Sabemos que Berlusconi no sólo es un presidente, es el amo y señor de muchos medios de comunicación, y claro está, el que tiene la “información” tiene el “poder”.
Un teólogo afín al Opus Dei, Vittorio Messori, ha dicho, que es “mejor un putero que hace buenas leyes que un notable catolicísimo que promulga normas contrarias a la Iglesia”, yo digo que prefiero un presidente honrado o una presidenta honrada, que se pueda equivocar al hacer una ley, ya que ésta se podrá modificar o cambiar.
Lo bueno, es que nadie hablará de Berlusconi cuando se muera, pero el mundo seguirá hablando de Gandhi, de Teresa de Calcuta, de Vicente Ferrer, de Saramago, o de Labordeta.
Samuel N.P.
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