martes, 22 de octubre de 2019

“Abrir puertas y ventanas”



“Abrir puertas y ventanas” es una película de coproducción suizo-argentina dirigida por Milagros Mumnehaler. La historia, que transcurre en un caluroso verano, muestra a tres hermanas adolescentes que quedan solas en la casa familiar tras la muerte de su abuela, que las había criado. Cada una expresa su luto en forma diferente en un clima de indolencia y apatía, y la directora nos muestra, como si fueran larvas que finalmente rompen su capullo para volar como mariposas adultas, el paso de las protagonistas a la adultez.
Como las tres adolescentes de la película que buscan el ser adultas a través de una camino no fácil, así se pasea por una selva no exenta de peligros la  profesión de estar en la Educación Social. Llegan las noticias a cuenta gotas, se convoca una plaza de Educador y Educadora Social, se convocan dos, tres, media docena o docena entera, no más. Son pocas, pero son, y eso quiere decir que se están dando pequeños pasos, pasitos diríamos mejor, caminos de tortuga, no de liebre, salto de pulgas, no de galgos, pero al menos son avances, es verdad que no científicos, pero de toma de decisiones.
La Diputación León, institución pública en la que yo trabajo, ha contratado a dos Educadoras Sociales para la formación en la promoción de la igualdad y la prevención de la violencia de género, temas que están en la picota de toda intervención social. Se dice bien alto, la oferta de trabaja se ha dirigido exclusivamente a Educadores y Educadoras Sociales como profesionales de un perfil que se materializa en el desarrollo de ese tipo de acciones.
Hoy es más necesario que nunca el poder incluir en el desarrollo de un proyecto social a los y las profesionales de la Educación Social, y eso no es casualidad, ni que ha tocado el bingo, es el sentir de una reflexión sobre tareas y funciones que algunos y algunas por sus estudios académicos puedan realizar con total profesionalidad, lejos del asistencialismo que aún devora y empodera a muchos servicios públicos. Por eso es necesario que a través de una eficiente y eficaz intervención con las personas, familias, colectivos y la propia comunidad, puedan salir de la situación de naufragio en que se puedan encontrar.
Lo mismo que es necesario hablar de leguaje inclusivo, también lo que es el poder incorporar Educadores y Educadoras Sociales a los equipos multidisciplinares, nada está de más, pero si de menos. Negarse a tener profesionales de la Educación Social en los diferentes servicios públicos, es perder la oportunidad de aportar nuevos puntos de vista a la transformación social, es negar la evidencia.
Los y las profesionales de la Educación Social son capaces de hacer una composición de la realidad social, lo mismo que el profesional de la fotografía es capaza de elegir, encuadrar y ubicar objetos a través del visor, será la mejor manera de lograr una imagen que pueda atraer al que mira y observa.
Sentimos que hoy es más necesario que nunca el poder regalar una lupa de grandes aumentos para las personas que desde sus cargos de dirección son responsables de establecer que profesionales son los adecuados a tener en cuenta según las necesidades existentes. Por todo esto veo que la Diputación de León está en el camino de abrir puertas y ventanas a la Educación Social, esperando que estas decisiones no sean para airear el interior.  
Samuel N.P.

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