En los periodos electorales, cuando la clase política sale de sus despachos para acercarse a plazas, polideportivos y medios de comunicación, es cuando se pone de manifiesto la degradación que ha sufrido la práctica política. Toda la maquinaria se reduce a una crítica desmesurada al adversario al que se ridiculiza y a un asalto al ciudadano de a pie a quien avasallan con sus innumerables promesas.
La hipocresía parlamentaria de llamar “señoría” a quien antes se ha insultado no devuelve dignidad a la política. Ante los ojos del ciudadano, el Parlamento corre el riesgo de convertirse en una mentira institucional porque allí ni se parlamenta ni se delibera y los argumentos de un orador jamás inducen a los demás a cambiar de opinión. Todo se decide de antemano y sólo se trata de deslumbrar a periodistas y telespectadores. ¿Recuerdan la frase verdad?...”Esto es puro teatro..” Cuando la sociedad percibe a la clase política como actores de un teatro ajeno a sus inquietudes o intereses, pierde la confianza en ellos y muchos ciudadanos y ciudadanas se refugian en la apatía o el catastrofismo social.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?, tal vez “porque todo es fruto del cansancio y el desgaste de la participación”, “porque estamos pasando un mal momento económico”, etc… Sin embargo si nos detenemos un poquito y analizamos, caeríamos en la cuenta de que esto de repartir el poder (el voto lo permite) entre pobres, ricos, débiles, poderosos, etc… no iba a ser tolerado por los más pudientes y ya descubrirían la manera de anestesiar el sistema en beneficio propio. Hoy, la aceptación social de un partido político depende más de su presencia mediática que de la calidad y seriedad de sus propuestas, de ahí que para aspirar al poder, es necesario el respaldo de una gran cadena mediática, cada partido tiene la suya, apoyada, como no, por algún magnate de los “negocios”, así que ya estamos a merced de Don Dinero y Don Interés.
Aún así, no deberíamos perder de vista que la política no viciada, no es esto, es un servicio público a
Esta es una de las rentabilidades sociales de la globalización. No sólo es política la que se ejerce desde las grandes instancias, sino que también la que se realiza desde la asociación de vecinos o desde un grupo de presión que defiende determinados intereses. En este sentido, esta movilización comunitaria no deja de ser un intento de la sociedad por recuperar un protagonismo que jamás debería haber perdido.
Esta es la participación ciudadana que permite transformar lo local, pensando en lo global, que permite otro pueblo, otra ciudad, otro país…en fin, otro mundo.
Agradecer a la filósofa Ana Arendt con su obra ¿Qué es la política? y a Maria Lidón Martrat, Oscar Mateos y Luís Sols, por sus fuentes documentales.
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