“Me llaman calle”, una
canción incluida en el disco La radiolina de Manu Chao, que el autor la define
como “una rumbita honesta” y que fue la unión entre un director de cine,
Fernando León de Aranoa, el propio Manu Chao, un grupo de mujeres que trabajan
en la prostitución y las activistas del colectivo Hetaira. De dicha unión salió
la película “Princesas” sobre la prostitución, ganadora de tres premios Goya en
la gala del 2006, entre los premios el de mejor canción “me llaman calle”, a
Candela Peña a la mejor interpretación femenina y a Micaela Nevárez como mejor
actriz revelación.
Otro
colectivo vulnerable que ha quedado al margen de las medidas adoptadas por el
Gobierno o de ellas dirán que son igual que para el resto de la población.
Puede que la clase política tenga otras prioridades ya que este colectivo no
representa un índice de población lo suficientemente alto para estar en lo alto
de la lista, pero no debe ser olvidado.
Desde
que se produce el confinamiento, las mujeres que se dedican a la prostitución,
la mayor parte de ellas en manos de proxenetas y mafias organizadas, ellas
mismas han tenido que sobrevivir y adaptarse a las nuevas situaciones. Aunque
es verdad que los prostíbulos y club se han cerrado, no así los pisos de
alquiler y las fiestas privadas, ya que al final la clientela existe.
Mujeres
prostitutas sin papeles, muchas inmigrantes, sin posibilidad de poder tener cubiertas las
necesidades básicas para poder vivir, más bien el poder hacerlo de la caridad
en estos momentos, muchas de ellas tienen hijos e hijas, un alquiler que pagar,
también han generado deudas que hay que devolver.
Un
gran número de las mujeres prostitutas realizaban su trabajo en la calle, un
espacio que ahora ya no está permitido, además perseguidas si lo hacen, muchas
sin papeles para optar a poder tramitar alguna ayuda pública, sin formación ni
información de lo que está pasando, con dificultades para entender nuestro idioma, incluso con poca percepción de que pueden
ser un foco de infección y transmisión del virus, nos les queda otro remedio
que subsistir y saltar la barrera del confinamiento para poder buscar clientes,
es que la salud también es comer.
La
adaptación de estas mujeres ha sido una emergencia para ellas, aquellas con más
recursos han podido hacer teletrabajo desde sus casas a través de las redes
sociales, pero son las mínimas, así están libre de cualquier contagio.
Las
prostitutas no se han visto solamente como un colectivo vulnerable, se ven como
víctimas de una situación, son ellas las que se tienen que esconder de la
sociedad, ampliando cada vez más su grado de marginación.
En
España la prostitución es ilegal, por lo que muchas de las mujeres que la
ejercen están fuera del sistema público de protección, pero la realidad es que
existen, nadie puede mirar para el otro lado ante este colectivo cada más
frágil e indefenso con esta crisis.
“Me
llaman calle, hoy tan cansada, hoy tan vacía, como maquinita por la gran
ciudad”, Manu Chao
Samuel N.P.
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