viernes, 10 de abril de 2020

Una guerra de almohadas en momentos de crisis


Escribir cuando estamos en una situación de confinamiento se te puede hacer fácil si te mantienes centrado en lo que quieres expresar, yo necesito también hacerlo con música, aunque tenga que levantarme cada veinte minutos a darle la vuelta al vinilo o cambiarlo por otro.
La historia de la infancia en el tiempo no ha sido fácil de contar, son pocos los datos que tenemos. Durante muchos siglos los y las menores eran tratados como objetos, los hijos e hijas podían ser abandonados, sacrificados, vendidos,…, y estaba aceptado socialmente. En esos momentos de la historia los niños y niñas no tenían ninguna ley que de alguna manera les pudiese proteger, eran propiedad de los padres y madres.
Es a partir de la Edad Moderna cuando se comienza a tener en consideración a la infancia, aunque siempre la ventaja la llevaban los niños y niñas de las clases sociales altas.
Surge en muchos países a partir de la segunda mitad del siglo XIX la necesidad de establecer leyes de protección de la infancia, sobre todo en relación al trabajo de los niños y las niñas, que con la “Revolución Industrial” eran utilizados como mano de obra barata. Es en esta época cuando surgen muchas figuras de la pedagogía, experiencias innovadoras, que facilitan la entrada en la escuela de los niños y las niñas. También se manifiesta a través de la literatura la critica a los internados, orfanatos en aquella época, así lo manifestó Charles Dickens en su obra “Oliver Twist”, un niño huérfano que sufre maltrato y que su única salida fue escapar y dedicarse a la delincuencia desde la marginalidad.
A principios del Siglo XX las Primera Guerra Mundial vuelve a azotar a la infancia en Europa. En Ginebra, se crea la Unión de Socorro a los Niños y Niñas, estableciéndose la primera Declaración de los Derechos de los Niños y las Niñas, conocida como la “Declaración de Ginebra”.
La infancia vuelve a estar en el punto de mira con la Segunda Guerra Mundial, aquí si tenemos datos de muchas historias infantiles, me quedo con la más conocida, la de Ana Frank, oculta más de dos años, su vida de confinamiento le llevó a escribir un diario en que mostró al mundo el sufrimiento desde la mirada de una adolescente de 13 años. Al final ella y su hermana Margot murieron por una epidemia de tifus por falta de higiene en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Tengo en mis manos la “historia de Erika”, una niña judía que su madre la arrojó del tren cuando los llevaban a un campo de concentración nazi. Erika fue recogida por una familia y salvó su vida. La madre tomó esa decisión viendo la muerte de su hija muy cerca.
En nuestro país, la Guerra Civil afectó y cruelmente a la infancia, los llamados “niños y niñas de la guerra o de Rusia”, fueron miles de menores los que fueron enviados por las autoridades republicanas al exilio a la antigua Unión Soviética para evitar el dolor y el sufrimiento de la guerra. 
Los niños y las niñas de Alepo (Siria) se pasan la mayor parte de las horas del día metidos en un refugio, el frío, el hambre y las enfermedades rodean estos espacios.
En 1948 se aprueba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 25.-2, dice que “la maternidad y la infancia tienen derecho y cuidados y asistencia especiales. Todos los niños y niñas, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social”. Hay que esperar al año 1959 para que la Asamblea de las Naciones Unidas proclame “La Declaración de los Derechos de los Niños y las Niñas.
“Ya estoy harta, gritaba la madre, no puedo más, ya no tengo una almohada en buenas condiciones”, dormiréis sin ellas. Eran dos hermanos, de 8 y 12 años, muchos días confinados, sin colegio, ni el juego al escondite con su padre los llega a calmar, se saben todos los rincones de la casa, una vivienda de no más de 70 metros cuadrados, Es que la crisis ha pegado de golpe otra vez sobre la infancia, y otra vez hacia las familias más vulnerables, ya les tocó en el 2008, antes también.
Los hijos y las hijas con un alto riego de pobreza, esos mismos que sus familias tienen dificultades para cubrir las necesidades básicas, algunas de ellas como comer, pagar el alquiler, la hipoteca, etc. Teniendo en cuenta que también pueden ser familias con un solo progenitor, con padres y madre que presenten alguna enfermedad o discapacidad, o que las tengan el niño o la niña. Están también los colectivos de inmigrantes, las minorías étnicas, los poblados y barrios marginales.  
Las condiciones de todos estos niños y niñas no son iguales que el resto, se rompe la igualdad de oportunidades y la brecha social se hace cada vez más grande. A todo esto se suma con esta crisis la enseñanza online, que casualidad, que sean estas familias las que no tengan equipos informáticos, ni internet, ni se puedan conectar a una red públicas de wiffi, y que utilicen el teléfono en el mejor de los casos para poder ver los ejercicios que les envía su profesor o profesora. Que por vivir en pequeñas viviendas no disponen ni siquiera de un lugar de estudio, ni juegos o una pequeña biblioteca. Luego está la condiciones de una alimentación sana, ya sabemos lo que pasa en muchas de estas familias, la posibilidad de ir al comedor escolar, aunque fuese una vez al día, mejoraba la calidad en la alimentación, además que suponía un ahorro económico.
También queremos hacer referencia a la situación de inseguridad con las que se presentan muchos menores en esta situación de crisis, violencia en la pareja, abusos sexuales, malos tratos, …
Que a estas familias como al resto, esta crisis nos vino de sopetón, sin posibilidad de reaccionar, de prepararnos, pues no digamos como le ha llegado a la infancia, que hasta nos cuesta explicar el porqué no pueden salir de casa para correr y jugar con sus amigos y amigas, ya que los menores son un derroche de energía y no nos gustaría que se quedarán en el “sedentarismo”. Pero al final quién gestiona las emociones de estos niños y niñas.
Si no nos ponemos a buscar soluciones pronto, las condiciones de vida de estos niños y niñas harán sumergirse en agua salada y profunda “los derechos de la infancia y los derechos humanos”.  
Posiblemente la infancia sea una de las últimas prioridades de esta crisis, se pondrán medidas, no lo dudo, pero llegarán a tiempo, serán parches, o podrán llegar a favorecer las necesidades presentes. Confiamos que sea así.
Hay un conjunto de profesionales del ámbito social, Educadores y Educadoras Sociales, Trabajadores y Trabajadoras Sociales, Psicólogos y Psicólogas, Pedagogos y Pedagogas, Maestros y Maestras, Cuidadores y Cuidadoras, Cocineros y Cocineras, etc, con una amplia experiencia en el trabajo con menores, casi todos ellos interviniendo en la educación no formal. Es necesario poner en marcha estos recursos humanos para poder hacer apoyos y seguimientos a esas familias, y otros recursos materiales, de equipamientos, como habilitar espacios para que puedan esos menores jugar, hacer sus tareas escolares, no perder la  ilusión de estar en una etapa de la vida que la “infancia”. Sin olvidar que la puesta en marcha de cualquier recurso en estos momentos tiene también la prioridad de mantener una protección y seguridad tanto del menor como de los y las profesionales.
“La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños y niñas infelices”.
Albert Einstein
Samuel N.P.

 

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