lunes, 28 de enero de 2019

Cacabelos (El Bierzo), II Semana de la Diversidad Sexual



Días 30 y 31 de enero, 1 y 2 de febrero, 2019
Todas las actividades se realizarán en el Centro de Participación Social de Cacabelos
(El Bierzo)

PROGRAMA
30 DE ENERO: a las 18:00 h. ANA AYUSO (Chrysallis Castilla y León): “Diversidad familiar, una realidad social del siglo XXI”

31 DE ENERO: a las 18:00 h. AWEN – ASTORGA LGTBI+: Cine fórum: cortometraje: “Heterofobia, en un mundo paralelo” de Kim Rocco Shields (19 minutos). Debate posterior.

1 DE FEBRERO: a las 18:00 h. YENI MARTÍN DOMÍNGUEZ (Sexóloga cofundadora de Dialogasex – Valladolid): “La educación sexual como promoción del bienestar, el respeto a las diversidades sexuales y la prevención de la violencia de género”.

2 DE FEBRERO: a las 11:00 h. ANA OJEA ALONSO (profesora de Arte del IES Politécnico de Vigo): “La creación audiovisual como recurso para educar en la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género”. Taller dirigido a adolescentes/jóvenes. Necesaria inscripción previa. Plazas: 15.

Asimismo, de manera simultánea a las sesiones de los días 30, 31 y 1 se realizarán talleres infantiles para la igualdad y el respeto a la diversidad sexual a cargo de la psicóloga Raquel García Manilla. Necesaria inscripción previa.

Las asociaciones participantes son Dialogasex de Valladolid, Chrysallis Bierzo, Awen LGTBI de Ponferrada, Astorga y León.

domingo, 27 de enero de 2019

Detrás del muro y frente al televisor



Entre los muros de referencia dentro de mi existencia, siempre guardé en mi cabeza dos de ellos, bien distintos, pero al fin “muros” que no dejaban ver al del otro lado. Uno de ellos “The Wall”, el “Muro” en español, un doble álbum musical de Pink Floyd, publicado 1979, el otro, “El Muro de Berlín”, un muro de seguridad, que desde 1961 gasta 1989, separaba la ciudad de Berlín, dividiendo las dos Alemanias.
Con la eliminación de las fronteras en los países de la Unión Europea, pensé que esa decisión sería un ejemplo a seguir por el resto del mundo y que permitiría unir más a los pueblos. Después me fui dando cuenta que los verdaderos muros seguían separando a los países ricos de los más pobres, que el Mediterráneo era otro gran muro, lo mismo que las alambradas de Ceuta y Melilla.
Los muros están por todas partes, con personas de un lado y del otro, con historias que contar y vivir. Por eso me pongo delante del televisor a ver el documental “Detrás del muro”, un trabajo desarrollado por el equipo del Intermedio de la SextaTV y de la ONGs “Save the Children”, sobre la huida de miles de niños, niñas, mujers y familias que se juegan la vida para llegar a los Estados Unidos, pasando la frontera de México. Me colocó en el sofá, libreta en mano, pongo las gafas de un Educador Social y trato de empatizar con el contenido.
Desde el primer instante el documental nos hacer sentir las muchas realidades que tienen que pasar la población de Centroamérica, en concreto la de Nicaragua, Guatemala, el Salvador y Honduras, que con su huida de la pobreza y de la violencia, intentan pasar el “muro” para encontrar una vida mejor.
Durante el camino de miles de kilómetros, los niños y niñas se ven expuestos a la redes de tráfico, a la trata de personas, a la violencia, a los abusos sexuales,…, a todas aquellas atrocidades que deseamos que no le pasen a nadie.
Aparece en la pantalla Wendy, una niña que fue violada a los 14 años en Honduras, un año después, siendo madre, fue atacada en plena calle y un disparo la dejó sin ojo. Empezó un camino desesperado para salir de Honduras, escapar de la violencia y  llegar a un lugar con un futuro mejor.
Después vendría José, Jooselin, Luis,…, son vidas que buscan otras vidas, que lo han perdido todo, por eso empiezan a seguir un camino partiendo de la nada, pero la mayoría de las veces, ese camino se vuelve intransitable y peligrosos, tanto que a final te puede más la desesperanza que la esperanza, y llegas a desistir.
En el camino aparecen “los Coyotes”, esas mafias que por dinero te llevan a la frontera, si todo va bien te pueden pasar. También el viaje a los lomos de la “Bestia”, ese tren de mercancías que atraviesa todo México y que se llena de migrantes en todo los techos de la vagones sin ningún tipo de seguridad, el mismo que le seccionó una pierna a Luís.
Estas personas huyen de sus países de nacimiento, dejan a sus familias, amistades, sus casas y pueblos, lo hacen por buscar una oportunidad en sus vidas, oportunidades que en sus lugares no se les da o se les ha robado. Pero se encontrarán con un fuerte “muro”, el del Presidente Trump, al grito de “ni uno, ni una más”, y el resto del mundo qué es lo que hace, ¿y tú qué piensas hacer?.
Samuel N.P.

 

domingo, 20 de enero de 2019

La fábula capitalista de la niña sin miedo y el toro


Artículo de Koldo Gutiérrez
Contacto: www.revistacactus.com

La niña sin miedo contra el toro embistiendo podría ser una fábula clásica de los hermanos Grimm o Charles Perrault, pero es algo mucho más interesante y complejo: una metáfora sobre los tiempos modernos. El pasado 7 de marzo, víspera del Día de la Mujer, apareció en Wall Street, justo enfrente del mítico toro, la estatua de una niña con pose desafiante. Sus escasos 130 centímetros y 110 kilos poco tienen que hacer frente a la bestia de 3,4 metros de altura y más de tres toneladas. Sin embargo, la cría de bronce se ha convertido en todo un símbolo feminista y de lucha contra el poder. Tanto es así que, tras una petición en Change.org, el alcalde de Nueva York ha declarado que la figura permanecerá allí durante al menos un año más.
La estatua, obra de la escultora uruguayo-estadounidense Kristen Visbal, se instaló sin previo aviso frente al enorme animal, lo cual ha enfurecido a su autorArturo Di Modica:
“Lo que hicieron está mal. Yo lo hice para todo el pueblo americano. No está diseñado para hombres, mujeres u homosexuales. Se están aprovechando de la situación. No está bien que insulten a todos los americanos, ni a mí ni mi trabajo. Lo puse ahí por el arte. Mi toro es símbolo de prosperidad y de fortaleza.”
 
El escultor italoamericano colocó su estatua a finales de 1989, también sin permiso, tras pagar de su propio bolsillo los 350.000 dólares que costó, lo cual encaja plenamente con ese mensaje de “prosperidad” que menciona, tras el gobierno de Reagan y con Bush padre en su primer año; un icono agresivo en la cuna del capitalismo en pleno auge neoliberal. La niña sin miedo, en cambio, no ha sido pagada por su autora, sino por State Street Global Advisors, un fondo de inversiones, y la iniciativa forma parte de una campaña publicitaria cuidadosamente diseñada por McCann Erickson, una de las agencias más importantes del mundo. A los pies de la escultura hay una placa con este mensaje:
“Know the power of women in leadership. SHE makes a difference”.
(“Conozca el poder de las mujeres en el liderato. ELLA marca una diferencia”.)
Una frase muy bonita que habla sobre el empoderamiento femenino en el mundo de las finanzas, pero que en realidad hace alusión al código bursátil de la empresa: SHE. Por eso, no han tardado en surgir voces en contra de la niña, o, más concretamente, de su supuesto valor como símbolo de la lucha feminista. Una de las reflexiones más interesantes viene por parte de la escritora Cara Marsh Sheffler:
“El feminismo corporativo siempre acaba traicionando la lucha de las mujeres por la justicia. Por eso esta escultura financiada por Wall Street nunca será un símbolo al que abrazar”.
Para dejar claras sus intenciones, la empresa financiera incluso ha publicado un manifiesto titulado La niña sin miedo manda un poderoso mensaje; vaya si lo hace: deja patente que revestir el marketing de activismo siempre da buenos resultados. La niña no debería estar frente al toro, sino montada sobre él, pues representan exactamente lo mismo. La moraleja está clara: la victoria del capitalismo, aunque ahora vaya disfrazada de causa social.

martes, 15 de enero de 2019

Alcohol, drogas, juego... las adicciones de los adolescentes



Artículo de Pilar Arranz, El Mundo, 12 de enero de 2019
Ilustración de Pablo Gallo

  • Beben alcohol cuando son apenas unos niños; fuman y prueban las drogas a muy corta edad. Se obsesionan con los videojuegos y, cada vez más, con las apuestas 'online'. Las nuevas adicciones se suman a las antiguas en una sociedad con cada vez mayor número de adolescentes necesitados de desintoxicación. ¿Cómo evitarlo?
Eran las cuatro de la madrugada del pasado 7 de diciembre. Una patrulla de la policía local de Vigo encontraba a una joven de 15 años inconsciente, con signos evidentes de haber bebido. Tras avisar a los padres, la adolescente fue ingresada en un hospital. Policía y sanitarios repiten cada fin de semana y festivos la misma rutina; observan cómo muchos jóvenes beben sin control e intervienen cuando sufren intoxicaciones etílicas. Luego llega la llamada a los padres, unos progenitores que, en la mayoría de los casos, no dan crédito a lo que hacen sus vástagos. Porque todos piensan que son los hijos de los otros los que caminan dando traspiés, botella en mano, armando escándalo cuando cae la tarde.
Esos padres desconocen que el 60% de los menores ha consumido alcohol en el último año y que con 14 años la mayoría ha probado al menos su sabor. Así lo atestigua la Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (Edades) de 2018, realizada por la Delegación del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas. La ley prohíbe su compra a los menores, pero ellos se las ingenian para hacerse con destilados de baja calidad. Algunos recurren a amigos o hermanos mayores para conseguir las bebidas, otros los hacen ellos mismos sin mucha dificultad.
Hace unos meses la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó un estudio y llegó a la conclusión de que el 57% de los menores consigue que le vendan bebidas alcohólicas sin tener que mostrar ninguna documentación. Según el mismo estudio, en los bazares conocidos como chinos y otros pequeños establecimientos se hace la vista gorda con mucha facilidad, a pesar de que se enfrentan a sanciones por estas ventas.
Para poner freno a la situación, el anterior Gobierno del Partido Popular puso en marcha la Ley de Alcohol y Menores de Edad, la denominada ley antibotellón, cuyas bases fueron aprobadas el pasado mes de abril en la Comisión mixta Congreso-Senado para el Estudio del Problema de las Drogas. En el borrador se incluían, entre otras medidas, multas a los padres de los menores encontrados ebrios. Pero con el cambio de gobierno, el trámite de la ley está paralizado y depende de la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, que se agilice su trámite.
José Antonio Jiménez es médico jefe de guardia del Samur (el servicio de asistencia de urgencias del Ayuntamiento de Madrid) y cuenta que en su turno "es común acudir a la llamada de niños de 11 y 12 años que se encuentran mal porque se han emborrachado. De todas las intoxicaciones que se ven en jóvenes, las de menores de edad pueden alcanzar un 20%. De ellos, un 40% necesita hospitalización y en un 10% requieren una UVI porque presentan complicaciones graves como el coma etílico. El alcohol provoca daños orgánicos en muchos casos -no olvidemos que el hígado en esas edades no está bien desarrollado-. Lógicamente, cuanto antes se inician en el consumo, más fácil es que este se convierta en un problema crónico".
Hace 24 años que el doctor Jiménez entró a formar parte del Samur y en este tiempo ha observado varios cambios en la forma de consumo; el primero, que se ha disparado la ingesta en la calle. El segundo, la incorporación de las chicas: "Ahora no está mal visto que las niñas se emborrachen para desinhibirse, una actitud que provocaba rechazo hace años. Ellas por lo general son más precoces, también en el consumo de alcohol, y las intoxicaciones son más graves porque el organismo femenino tiene menos tolerancia a esta sustancia".
Según los últimos datos, que corrobora el jefe médico del Samur, una forma de consumo copiada de los países del norte de Europa, el binge drinking (atracón de alcohol) continúa extendiéndose entre los menores españoles. "Esto se produce por un fallo en la supervisión familiar. Hay que educar a jóvenes y mayores en el consumo responsable, hablar de ello en las escuelas y fomentar actividades lúdicas, como el deporte, que alejen a los más pequeños de los botellones. Y las autoridades deben ser mucho más duras al penalizar el consumo en las calles", concluye el doctor José Antonio Jiménez.
Otro dato preocupante revelado por la encuesta Estudes sobre consumo de drogas entre los alumnos de secundaria es el que se refiere a cómo se ha disparado el número de menores que fuman: nada menos que uno de cada cuatro, a pesar de que muchos han nacido ya tras la entrada en vigor de la ley antitabaco de 2006. Según el último Eurobarómetro publicado sobre este tema, uno de cada cuatro europeos fumadores adquirió ese hábito entre los 15 y los 17 años, sobre todo en los países del sur del continente.
Según los responsables del estudio, esas alarmantes cifras se deben al bajo precio del tabaco, la falta de campañas de educación y el aumento del consumo de cannabis (porque conlleva mezclarlo con tabaco). Y es que también se está produciendo un repunte en el consumo de porros:el 14,3% de los menores de 18 años los han fumado en el último año, cifra que duplica al porcentaje de consumidores mayores de 45, que no llega ni al 8%.
Samuel (nombre ficticio para preservar su intimidad) llegó a un instituto público de Alicante con 12 años y enseguida se integró en el grupo de los alumnos más conflictivos de la clase. Durante las vacaciones de Navidad el hermano de uno de ellos compró tres botellas de vodka que se bebieron en poco más de una hora. La borrachera fue monumental y a partir de ahí los padres de Samuel comenzaron a vigilar lo que hacía su hijo. Pero dos años después bajaron la guardia y el chaval aprendió a disimular. No había cumplido los 15 cuando probó el primer porro y con él llegaron el absentismo escolar, la rebeldía en casa, la apatía... Hoy está ingresado en un centro de desintoxicación intentando rehabilitarse de sus adicciones. La terapeuta que lo trata, y que también prefiere mantener su anonimato, cuenta que se le parte el alma cuando ve "a la madre culpándose de no haber parado ese vicio a tiempo".
Detrás del caso de Samuel, como ocurre con tantos otros de menores consumidores, está la percepción del cannabis como una sustancia de moda desprovista de peligro, algo completamente equivocado. Un estudio realizado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) afirma que el abuso de su consumo puede producir alteraciones del sistema nervioso comparables a la psicosis y la esquizofrenia; esto afecta especialmente a los más jóvenes.
Por su parte, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción ( FAD) demostró que esta droga fomenta comportamientos violentos, causa pérdida de memoria, afecta negativamente al desarrollo educativo y favorece el fracaso escolar. Por último, en muchos casos supone la puerta de entrada para otras drogas, como la cocaína o el éxtasis.
Ana Montero, psicóloga clínica y directora del Centro Los Mesejo, donde tratan a jóvenes de entre 12 y 25 años con problemas de adicción, hace un retrato robot de estos chavales: "El perfil medio se corresponde con un varón de 16 años que acude por problemas relacionados con el consumo de cannabis y que, además, tiene poca conciencia del problema que sufre. Es la familia la que solicita nuestra intervención en muchas ocasiones". Estos pacientes requieren "una atención especial, porque se encuentran en la transición de la infancia a la madurez, en el proceso de descubrir y definir su identidad".
La pregunta que subyace es qué lleva a estos chavales a consumir drogas. Ana Montero asegura que se trata de una mezcla de factores: "La presión del entorno y la búsqueda de una satisfacción inmediata pueden contribuir a que los adolescentes abusen de determinadas sustancias".
Y esos mismos motivos, señalan los expertos, pueden derivar, si no se pone freno, en otras conductas potencialmente adictivas, como el abuso de las nuevas tecnologías.
Lo sabe bien Graciela, madre de dos chicos de 12 y 14 años. Hace meses que desaparecen en su habitación y pasan horas jugando al Fortnite, el videojuego de moda. Esta madre, como tantas otras, se pregunta cuándo debería empezar a preocuparse, en qué momento debe prohibirles que se acerquen a su ordenador o racionar las horas frente a la pantalla.

El 21% de los jóvenes utiliza internet de forma compulsiva

La respuesta es difícil, pero los expertos consideran que debería estar alerta, ya que el 21% de los jóvenes usa Internet de forma compulsiva, según la mencionada encuesta Estudes, y muchos de ellos se enganchan a la nueva plaga que arrasa entre los menores, la adicción al juego online: un 6,4% de jóvenes entre 12 y 16 años jugaron dinero a través de internet, y entre el 0,2% y el 12 % de los adolescentes cumplen "criterios de juego problemático", según este estudio. Porque, como explica la psicóloga Ana Montero, "ha cambiado el perfil de los jugadores, ahora son más jóvenes, con mayor nivel de estudios, y hay más mujeres".
Para combatir el problema, todos los expertos coinciden en que solo queda una vía, la de la prevención. Beatriz Martín Padura, directora general de la FAD, destaca que "para sensibilizar a los jóvenes hay que utilizar las vías por las que ellos se comunican, sobre todo las redes sociales, ya no valen las tradicionales. Por eso acabamos de poner en marcha el proyecto The Real Young, para dar voz a los adolescentes de tú a tú y en los entornos donde se mueven, que son fundamentalmente digitales".
En la misma línea, el recién aprobado Plan de acción sobre adicciones 2018-2020 presta especial atención a los menores de edad y pone de relieve "el importante factor de riesgo que supone la baja percepción del peligro por parte de los adolescentes frente al consumo de drogas, especialmente el alcohol y el cannabis, y manifiesta la necesidad de incrementar los esfuerzos por llegar a esta población a través de mensajes y canales creíbles y de gran calado".
Y mientras tanto, ¿qué pueden hacer los padres de los chavales que tienen la tentación a la vuelta de la esquina? Azucena Martí, delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, considera que "las familias son el pilar básico para la prevención de conductas de riesgo y es cierto que muchas se encuentran ante encrucijadas y mensajes contradictorios en la crianza y educación de sus hijos. Es necesario el apoyo de toda la sociedad para cumplir con ese cometido preventivo y contribuir al desarrollo de competencias familiares, herramientas para hacer frente a esas encrucijadas".
En lo que la mayoría de expertos coinciden es en que los menores no deben recibir mensajes contradictorios (un discurso sobre lo malo que es el alcohol pronunciado con una copa en la mano) y en que hay que ofrecerles modelos de ocio alternativos.

sábado, 5 de enero de 2019

“Si no se aprende a mirar socialmente a la adolescencia siempre la enfocaremos desde el conflicto”


Entrevista de Adrián Cordellat a Jaume Funes, El País, 3 de enero de 2019.

Psicólogo, educador y periodista, Jaume Funes lleva más de 40 años dedicado a escuchar, comprender y ayudarles, un grupo de población del que, dice, ha aprendido “cada día”.

Psicólogo, educador y periodista, Jaume Funes lleva más de cuatro décadas dedicado a escuchar, comprender y ayudar a los adolescentes, un grupo de población del que, dice, ha aprendido “cada día”. De ese aprendizaje surge Quiéreme cuando menos me lo merezca…porque es cuando más lo necesito: una guía para padres y maestros de adolescentes (Paidós), que Funes considera “algo parecido a un testamento vital”. Un libro que cree el último porque, como afirma en sus páginas, “es bueno dejar paso a otras miradas”. En él comparte gran parte de lo aprendido en estos cuarenta años rodeado por las capacidades, angustias e incomprensiones de los “encantadoramente insoportables adolescentes”. 
PREGUNTA. No podía dejar de preguntarle en primer lugar por el título del libro. ¿Necesitan nuestros hijos más cariño que nunca en esta etapa en la que, paradójicamente, más nos sacan de nuestras casillas y más parece rehuir nuestro cariño?
RESPUESTA. El título lo que viene a decir es “soy insoportable, merecería que me dieras una hostia, pero…” (risas). Al final es un “pobre de ti si me das un beso, pero pobre de ti si no estás cerca por si necesito un abrazo”. Y eso es lo que más desquicia a los adultos: ¿En qué quedamos? ¿Me quiere o no me quiere? ¿Me necesita o no me necesita? Te necesita, pero no le demuestres que te necesita. La pregunta de fondo es: ¿Cómo enseñas a un adolescente que cree que lo sabe todo para que aprenda lo que no sabe sin tener que reconocer que no lo sabe y, además, sin reconocer que le has enseñado tú?
P. Qué locura, ¿no?
R. Es una locura para los adultos porque nunca sabes qué distancia mantener. Cuando te acercas demasiado te dan un “soplamocos” y “bufan”, pero si te alejas te dicen que ya no les quieres. Son las contradicciones propias de la entretenida vida con adolescentes.
P. Ante estas contradicciones escribe en la introducción del libro que “no existe un manual de buen padre o buena madre” y que todo el mundo lo es “en la medida en que no pasa de sus hijos y se para pensar cómo puede hacerlo mejor”, pero a la vez asegura que “no vale cualquier manera de educar a los adolescentes” y que algunas formas de hacerlo “generan desastres”. ¿Qué no vale con los adolescentes?
R. No vale, por ejemplo, querer imponerles un modelo de vida, pensar que la única vida buena es la que tú has llevado como adulto. Tampoco vale pretender que cambien de un día para otro, no tener paciencia. Tampoco quererlo resolver todo con la norma, con la imposición, porque muchas cosas se tienen que solucionar con mano izquierda, a través del diálogo. Y tampoco vale, entre otras muchas cosas, querer imponer valores en vez de permitir que ellos los descubran por sí mismos.
P. Como dice, no podemos pensar que la única vida buena es la que nosotros hemos llevado como adultos, pero ¿no tiene la sensación de que cada generación de padres y abuelos teme y menosprecia a la generación de adolescentes actual? Como si la nuestra siempre hubiese sido mejor.
R. La mayor parte de los adultos se olvidan de que fueron adolescentes. Muchas veces se lo tengo que recordar: “Oye, que tú fuiste adolescente, hiciste padecer a tus padres y, sin embargo, has llegado a ser una madre o un padre razonable”. Y por otro lado siempre tendemos a idealizar. Cuando recordamos nuestra adolescencia solemos recordar siempre la parte positiva. No recordamos si lo pasamos mal o el padecimiento que causamos a otras personas. Al final con esto pasa como con todo: “Yo hice la Revolución y estos son unos vagos”, “yo a tu edad ya trabajaba y tú no te esfuerzas”…
P. ¿Por qué ese concepto y esa imagen pública del adolescente y de la adolescencia? ¿Por qué tienen tan mala prensa?
R. Llevo cuarenta años trabajando con adolescentes y siempre vemos en ellos un problema y no un adolescente. Yo empecé trabajando cuando había un problema muy grave de violencia entre bandas, luego vinieron las drogas, luego las discotecas… Al final los convertimos en etiquetas: drogadictos, discotequeros… Aún hoy sigue costando mucho que los adultos no vean un problema, sino un adolescente que, por definición, está perfilando su propia personalidad, intentando diferenciarse de los adultos. Lo que pasa es que esta especie de “plantar cara”, de reafirmarse, hace que el adulto no quiera ver que simplemente es un adolescente que se reafirma y, por el contrario, acabe viendo a un puñetero maleducado.
P. La mirada hacia el adolescente de la que habla en el libro.
R. Es que es fundamental. Si de entrada ya miramos al adolescente como un problema hipotético real, ya no hay nada que hacer. Hay que abrir los ojos y ver que es nuestro hijo, nuestro sobrino, nuestro vecino, un niño que hasta hace nada considerábamos un encanto. Si no se aprende a mirar socialmente la adolescencia siempre la enfocaremos desde el conflicto. Y a todo esto, por cierto, hay que sumarle ahora un añadido.
P. Explíqueme.
R. Hasta ahora buena parte de la educación se basaba en una cierta lógica de pensar que lo que había sido bueno en un determinado momento de la vida, tenía que serlo por fuerza ahora. Sin embargo, en un mundo tan cambiante como el actual, la mayoría de los padres y las madres están perdidos porque el pasado les sirve de poco.
P. Justo lo dice en el libro, que hoy criamos a adolescentes “dinámicos y que se transforman” y que además viven en un mundo “aceleradamente cambiante”. ¿Qué nos exige como padres esta adolescencia de nuestros hijos vivida en un entorno tan cambiante?
R. Exige lo de siempre, una revisión de qué demonios significa ser padre o madre en el contexto en el que te toca vivir la experiencia. Hace 20 años podías preguntarle a un chaval que dónde había ido o que con quién había estado. ¿Pero ahora qué le pregunto? ¿Cuál es la última foto que has colgado en Instagram? Esta nueva realidad me obliga a mirar sus gestos, a dejar que me enseñe, a no fisgarle demasiado. Antes le podían “preocupar” a las madres las malas amistades o los peligros de la calle, pero ahora debe preocuparnos cómo es nuestro hijo en internet, lo que obliga a otro tipo de relaciones que pasan por dejarse enseñar, por preguntarle como aquel que no sabe nada para que te explique. Al final lo más importante es que sepan que nos importan sus vidas.
P. Me ha gustado mucho una reflexión del libro que enlaza con mucho de lo que hemos hablado ya: “choca la inestabilidad vital y vitalista adolescente con la madurez adulta, que tiende con facilidad hacia el conservadurismo”.
R. Los mayores nos hemos ido construyendo la vida sobre la base de unos ciertos andamios. Sabemos que tenemos muchas contradicciones, así que hemos ido apuntalando esos andamios con una cierta coherencia de la vida que tiene mucho de incoherencia. Y en ese punto aparece un adolescente y nos hace ver que realmente somos unos falsos, nos descoloca en todos los sentidos, y entonces echamos mano de estrategias de educación antiguas y conservadoras. Pero, ¿qué es educar? Educar es ayudarles a sentirse bien, ayudarles a descubrir el mundo, ayudarles a descubrir al otro. Y tenemos que encontrar la forma de hacerlo, porque antes la idea de fondo era buena, pero no la forma en la que se educaba.
P. Me ha llamado especialmente la atención la parte del libro en la que habla de aquello que podemos esperar de un adolescente y aquello que no. ¿Son las expectativas incumplidas de aquello que pensamos que pueden darnos/hacer, pero para lo que realmente no están preparados todavía, lo que provoca muchas de las fricciones en esta etapa?
R. Sí. Entre padres e hijos y entre adolescentes y los propios profesionales. Observa que muchos colegas de la educación y del mundo de la salud mental necesitan tener una especie de definición previa, un manual de clasificación. Y claro, si tú aplicas esos manuales, todos los adolescentes están para encerrarlos (risas). Y en el caso de los padres sucede igual. Esperamos que sean educados, que se dediquen a estudiar, que hagan los deberes, que aguanten las horas de escuela infumable, que en casa protesten pero poco… Y claro, entonces no serían adolescentes. No tiene sentido que se comporten ya como algún día nos gustaría que acabasen siendo. Nuestro ideal sobre su vida igual se acaba cumpliendo, pero eso en todo caso será mucho más adelante.
P. Y por último, y volviendo al conservadurismo, muchas de esas fricciones tienen su base también en otro tema que explica: “ellos y ellas ven sus conductas con altas dosis de atractivo. En cambio, nosotros, sus adultos, enseguida detectamos un riesgo innecesario”. Y entonces les contamos nuestras batallitas de juventud con moraleja final.
R.  Nuestras batallitas no sirven de nada. Nosotros tenemos experiencia, que es una supuesta virtud pero que no sirve para ellos, porque son ellos los que deben construir sus propias experiencias. Pero sí que hemos de estar disponibles porque ellos y ellas también están angustiados y a veces, cuando dudan, dejan caer sus dudas para que tú, sin querer darles lecciones ni consejos, les expliques tu experiencia. Es decir, no aceptarán de su madre que ponga pegas al novio o a la novia que tienen, pero sí aceptarán que, en determinado momento, sin querer dar lecciones, les explique de quién se enamoró, cómo y por qué, que les cuente por qué le entusiasmaba su padre. Es decir, es compartir tu vida sin pretensiones de consejo moralista, porque lo otro no conduce a nada.

miércoles, 2 de enero de 2019

Marina Marroquí: Una voz incansable contra la violencia machista


Su testimonio como víctima de violencia machista la popularizó en televisión, pero el trabajo de Marina Marroquí va más allá. Ahora acaba de publicar su libro “Eso no es amor: 30 retos para trabajar la igualdad”
JESÚS ARGUEDAS, Vallecas VA, periódico de Barrio. 2 de enero de 2019.
Marina Marroquí ganó su popularidad cuando protagonizó uno de los episodios de ‘Salvados’ —el famoso programa de La Sexta— en el que contaba su testimonio como víctima de violencia machista. Pero no solo su aparición en televisión la han hecho una de las caras más visibles de la lucha contra la violencia de género; lo ha hecho, sobre todo, su capacidad para mirar de frente, a situaciones dolorosas de su pasado y a cualquiera que se le ponga por delante. Su discurso está contado de una manera valiente, elocuente y con un gran poder divulgativo hace que no puedas parar de escucharla y empatizar con ella. Pues habla en primera persona, sí, pero —lamentablemente— también por muchas otras.
Marina sigue trabajando sin descanso como educadora social, realizando talleres para adolescentes y también para profesionales. Acaba de publicar un libro llamado “Eso no es amor: 30 retos para trabajar la igualdad” dirigido a adolescentes y no tanto. Desde Vallecas VA asistimos a la presentación de su presentación y también propiciamos un encuentro entre Marina Marroquí con su gran ídolo, el cantante vallecano Ismael Serrano, una figura a quien Marina le debe mucho, entre otras cosas, también le debe ese vínculo ideal que tiene con Vallecas.
Nos conocimos en unas jornadas contra la violencia de género que se hicieron en el EMMA, a mí me impresionó. Fue un gran contraste entre el tipo de ponencias más académicas de aquel evento y tu manera de presentarlo y cómo comunicaste tu trabajo. Después de verte vi el programa de ‘Salvados’ y más adelante compré tu libro. Es un gusto poderte entrevistar hoy.
¿Qué relación tienes con Vallecas?
Mi relación con Vallecas es más bien idealizada. Porque mi cantante favorito es Ismael Serrano. Alguien que para mí va más allá de su obra musical. Y es alguien que siempre ha llevado a Vallecas por bandera. Al escucharle desde los 12 años, gran parte de mi conciencia social y mi movimiento interno se ha construido a través de su música.
Qué bien que hayamos podido coincidir un rato con él
Pues sí, ya le conocía de antes. Y haberle conocido es uno de los regalos que la vida me ha dado, con su cercanía… Y tener con él, no una relación de amistad, pero sí una relación cercana. Mira las vueltas que da la vida a veces. Pero sí, es importante por eso, porque gran parte de la conciencia social que tengo y la concepción un poco “de barrio” (de creer que la sociedad sí puede cambiar las cosas desde lo cercano, por ejemplo) posiblemente sea porque he escuchado su música.
Qué bonito es eso, ya se lo habrás contado a él
Sí, él lo sabe, lo sabe. Porque me ha acompañado en los peores momentos de mi vida, que son también de los que hablo en el libro. Hubo un momento concreto en el que no podía parar de pensar y también temer por mi vida. De repente sonó en la radio ‘La extraña pareja’ y mi cerebro se paró. Nunca me ha pasado, tan solo con Ismael Serrano. Era el único entorno de paz, el único oasis en el que yo podía respirar. Para mí ha sido más que un cantante, ha sido un salvavidas. A día de hoy le sigo necesitando cada vez que voy a elaborar un taller o cualquier cosa de trabajo, me da la paz necesaria, a nivel emocional le debo mucho.
En pocas palabras, ¿en qué consiste el trabajo que lleváis a cabo?
Tiene cuatro pilares principales, estos son, por un lado, la detección y la prevención precoz. Para los que trabajo con distintos talleres, con adolescentes, con padres, doy formación también con abogados, policías, con profesores, etc. Por otro lado, la protección primaria de la víctima, es decir, cuando acude una mujer en un momento de emergencia. Luego tenemos nuestro programa de superación personal, que es sobre todo por lo que luchamos; pues una mujer no tiene que sobrevivir a la violencia de género sino que tiene que conseguir volver a vivir sin secuelas, volver a ser feliz y ser una mujer plena. Esta recuperación integral parece, a nivel institucional, una utopía, ni siquiera se contempla como medida. En el centro lo llamamos “la quimio del maltrato”, se suele tardar entre un año y un año y medio, cuesta mucho, pues al final es desmanipular todo lo manipulado, además es muy duro darte cuenta que te has enamorado de un monstruo. Esta parte del trabajo también lo hacemos con niños a través del juego, con los que se intenta reestructurar esos valores dañinos que el niño ha adquirido.
¿Estos materiales que utilizáis lo habéis ido generando vosotros?
La intervención con menores y este programa de recuperación que te comento lo hemos tenido que elaborar, sí, pues no existía antes este tipo de programas; ni este ni el programa de recuperación de tu sexualidad tras el maltrato, que tampoco parece que le importe a nadie. También el programa de familias, ninguna institución lo contempla, sin embargo, es una situación que se sufre en conjunto, yo creo que mis padres lo sufrieron más que yo, por ejemplo. Tú estás con la venda puesta pero tu familia ve los toros desde la barrera; ve la agresividad, dónde va a desembocar… Y no puede hacer nada para que tú lo veas.
¿Cuál consideras que es la raíz de todo este maltrato?
La raíz es claramente el machismo, es la justificación para que todo lo que haga sea completamente impune y justificable. Un maltratador te manipula porque es una versión que existe en la sociedad; no te podría decir, por ejemplo, que tiene celos porque te quiere y que se muere de nervios si no hubiera mil canciones y películas que lo avalasen.
¿Cómo crees que estamos ahora en cuanto a sensibilidad con el tema? En estos últimos meses, teniendo en cuenta también el pasado 8 de marzo…
Yo soy muy optimista pero a la vez el optimismo en la violencia de género es muy peligroso. Soy optimista porque creo que es el principio del fin, creo que la sociedad ha dicho “basta”, sobre todo las mujeres. Hemos dicho que no vamos a seguir consintiendo que el violarnos o maltratarnos siga saliendo gratis en este país y eso es bueno; históricamente creo que es el principio del fin. Pero eso tiene algunos problemas, pues en realidad la sociedad no sabe lo que es la violencia de género, hay muchos mitos que siguen estando presentes, tipo el de que hay muchas violencias falsas. Creo que para un maltratador justificarse en esta sociedad es muy fácil, da igual las condenas por maltrato que tengas, tú dices “es una cabrona, quiere quitarme la custodia, quitarme a los hijos y arruinarme” y ya está, nadie cuestiona esa versión. Al maltratador se le da por inocente y a la víctima por mentirosa.
A la vez es peligroso porque aunque haya una respuesta social tan grande, no está avanzando al mismo ritmo a nivel judicial y policial; no se está dando esa protección, no está estando a la altura. Si se dice “denuncia, denuncia, denuncia” pero luego no hay un respaldo adecuado, ¿de qué sirve? Yo doy formaciones a policías y tienen un ratio de protección a 100 mujeres por cada policía. De todas las denuncias, hay un porcentaje muy muy bajo que obtiene una orden de protección.
Entonces hay necesidad de multiplicar los recursos y… ¿por qué otro lugar habría que actuar?
Lo principal es tener profesionales formados en violencia de género. Esto es un tema que creo que se sigue sin tomar en serio; sin profesionales cualificados… esto no se arregla solo con buena voluntad; con si tiene o no sensibilidad. Es necesaria una formación, existe un estrés postraumático que hay que evaluar. Como profesional no entiendo que cuando se haga la valoración del nivel de riesgo del agresor, las preguntas para evaluarlo se hagan a la mujer, que está manipulada,  que el síndrome de la mujer maltratada hace que tenga una disociación y que no está siendo objetiva. Y al agresor no se le hace ninguna entrevista.
Increíble, todo al revés
Sí, es terrible. Me tomaré en serio a este país que quiere luchar contra la violencia de género cuando vea que hay una carrera universitaria que se dedique a trabajar la igualdad y la violencia de género.
Con el tema de los talleres y el trabajo que realizas con los chavales en los institutos, ¿qué destacarías como lo más interesante? ¿Crees que su sensibilidad está cambiando?
Tiene dos vertientes. Yo empiezo con una parte más pesimista que es la parte machista que tienen interiorizada, tanto unas como otros. Es verdad que ahora hay feministas convencidas hasta en los 14 años, que eso antes era impensable. Pero también veo que cuando eso se da, el resto de su clase contraataca, toman un machismo mucho más agresivo para contraatacar, entonces me encuentro me encuentro una situación algo devastadora. Una juventud en las que a ellas se les educa en ‘Cincuenta sombras de Grey’ y ellos empiezan a consumir pornografía muy jóvenes, además es una pornografía más horrible (violaciones, etc) que la que se consumía en generaciones anteriores. Esta es una bomba de relojería que esta sociedad está empezando a pagar con ‘manadas’.
Por otro lado, el taller tiene mucho sentido del humor, de una manera sutil se ridiculiza el machismo que nos rodea, al final ese machismo parece invisible y cuando te lo ponen delante dicen “cómo es de ridículo y ¿cómo será posible que entremos al trapo?” y eso es verdad que es brutal. Creo que los chavales salen cambiados del taller, además yo no quiero dar un taller para chicas, sino también para chicos, para adolescentes, y el ‘clic’ que les ocurre es de lo que más orgullosa me siento. Creo que como generación tienen un potencial brutal, pues tienen muchísimas herramientas, más que antes, pero falta que la educación esté a la altura e imparta esta formación. Cuando terminan los talleres es alucinante ver cómo un chico que ha sido el macho alfa de todo el taller o haciendo chistes cuando salía una teta, y después que este mismo chico se levante diga ‘nos educan para ser lobos, yo no soy tan fuerte ni tan chulo como quiero aparentar’.
Y después de esto, ¿qué pasos se dan con los chavales? ¿Desarrollan algo de lo que han aprendido?
Yo cuando entro a un instituto revoluciono un poco a los chavales. Después los profesores dicen ‘claro, es que ahora tienen más formación que nosotros ¿cómo gestionamos esto?’. Aunque también damos formación a profesores. Pero el año pasado vi a 45.000 chavales.
¿De verdad? ¿En un año? ¿Tú sola?
Sí, corro… no te imaginas cuánto. Sí, directamente yo, en un año. Por todo el país. Ahora mismo la intervención con víctimas la lleva mi equipo, yo trabajo con chavales y profesionales por todo el país. ¿Qué pasa? Que nunca me he ido de un aula sin que una chica que me diga que ella ha sufrido lo que yo sufrí, pero no una sola chica, este país tiene una tasa de detención de un 8%, imagínate la cantidad de casos. Así que mi Instagram y otros canales sirven para que después, si yo hago un taller de tres horas, me tiro dos horas más para que me cuenten cualquier cosa que deseen, y después puedo tirarme diez horas más atendiendo mensajes privados, pero esto se queda corto. Yo soy tres horas en sus vidas, esto tiene que respaldarse con asignaturas y profesores.
Pero hay que dar continuidad a esto
Precisamente mi libro es por la impotencia que yo siento, pues me quedan muchas cosas por trabajar; yo estoy tres horas pero me falta tiempo. Esto tiene que ser una asignatura y tiene que ser transversal, no vale con que se trate solo en la asignatura y después el profesor diga “María, baja a por los folios”. Yo también he creado una vía didáctica, pues soy educadora social y he creado esta vía didáctica para que los profesores lo cojan y lo trabajen.
Pero hay que dar continuidad a esto
Precisamente mi libro es por la impotencia que yo siento, pues me quedan muchas cosas por trabajar; yo estoy tres horas pero me falta tiempo. Esto tiene que ser una asignatura y tiene que ser transversal, no vale con que se trate solo en la asignatura y después el profesor diga “María, baja a por los folios”. Yo también he creado una vía didáctica, pues soy educadora social y he creado esta vía didáctica para que los profesores lo cojan y lo trabajen.
¿Se está avanzando entonces en este sentido? ¿hace falta más apoyo?
Son necesarias políticas públicas. Hay muchos institutos que utilizan mi libro pero hacen falta muchísimos más.
¿Sabes si en Vallecas se está trabajando o darás un taller por aquí?
Yo funciono bajo demanda, así que si alguien me dice que venga, yo encantada.
Así que si algún colegio o colectivo de Vallecas te solicita tú lo intentas
Sí, buscamos agenda, porque de aquí a dos meses lo tengo ocupado. Pero mi recomendación es hacerlo en grupos grandes, en teatros, etc. Suelo abarcar de 3º de la ESO a 2º de bachillerato.

«Convertir esa vulnerabilidad y proceso doloroso en algo positivo es un acto de heroicidad y rebeldía»     

Vallecas VA ha tenido la oportunidad de unir a Marina Marroquí con Ismael Serrano, un cantautor vallecano al que admira. Después de la entrevista a Marina Marroquí; también aprovechamos para preguntarle a él cómo percibe el trabajo de esta luchadora.
Parece que la admiración es mutua… ¿Por qué te parece valioso el trabajo de Marina Marroquí?
Ismael Serrano: Me parece un trabajo indispensable y urgente. Sobre todo el trabajo que hace con los cuerpos de seguridad y todo tipo de profesionales que van a tratar después con víctimas. Creo que educarles y generar esa empatía hacia las víctimas es algo indispensable porque le da sentido a todo ese trabajo. Legislar y trabajar con una víctima sin llegar a entenderla es inviable, le quita eficacia.
Y por otro lado, me parece importante para los hombres, que siendo hijos de un modelo patriarcal tenemos un déficit en ese sentido, no tenemos esa sensibilidad. Y no solo carecemos de sensibilidad, también tenemos pocos conocimientos. Quizás esto haya cambiado en las nuevas generaciones, porque es cierto que están cambiando en este tema. Pero los adultos hemos crecido con ese déficit. Por eso es tan importante también el trabajo que está haciendo con adolescentes para que esto vaya cambiando.
¿Qué podrías decir de ella?
Ismael Serrano: Pues ha sido un gran descubrimiento no solo como profesional, también como persona, para mí y para mi familia, nosotros hablamos mucho de ella. Como ella apuntaba, es verdad que no tenemos una relación de amistad como tal, pero sí muy cercana y nos acordamos mucho de ella, también tiene muy buena relación con Jimena, mi mujer, así que hablamos de ella a menudo.
Además, como músico, creo que la poesía de la música consiste en encontrar esa poesía que habita en lo cotidiano y no somos capaces de ver, algo así decía Pessoa: “en lo cotidiano el misterio de lo desconocido”. A mí algo que siempre me ha gustado de los grandes cantautores es la capacidad para encontrar esa heroicidad en las batallas domésticas, de la que no siempre somos conscientes. Y en ese sentido Marina es paradigmática, le otorga una cierta épica a nuestras batallas domésticas. En su caso, su batalla tiene tintes trágicos, pues su vida ha peligrado. El convertir esa vulnerabilidad y ese proceso en un valor positivo que le aporta un sentido a su vida y a las de las demás me parece que es un acto de heroicidad y eso es algo que uno busca cuando compone canciones. También la esperanza. Siempre se buscan estas pequeñas historias que tienen algo de esperanza. Por eso tuvo tanto éxito en su paso por el programa de Ébole, pues encontrábamos en ella a alguien conocido y muy cercano que podía ser tu hermana, tu novia, tu prima… Alguien que había utilizado esa mala experiencia para hacerse más fuerte, le dio un uso positivo. Esto es un acto de rebeldía y heroicidad que hizo que todo el mundo conectara con ella; también Jimena y yo cuando la conocimos.