jueves, 17 de septiembre de 2020

Propuestas de la Fundación Secretariado Gitano para la vuelta a las aulas 2020


 Fundación Secretariado Gitano, 16 de septiembre de 2020

Ante la compleja situación de vuelta a las aulas en el curso 2020-2021, desde la Fundación Secretariado Gitano queremos trasladar nuestra posición y propuestas a las distintas administraciones, de manera que en el proceso de definición, diseño e implementación de medidas y protocolos de inicio de curso se tenga en cuenta la situación del alumnado gitano por sus especiales características sociales y educativas, y se garantice tanto su seguridad y protección, como su necesario proceso de aprendizaje y socialización. 

A pesar de la evidente brecha de desigualdad que todavía existe, el nivel educativo de la población gitana ha mejorado progresivamente durante las últimas décadas. La escolarización generalizada de las niñas y niños gitanos y una visión más positiva de la educación y de la escuela por parte de las familias gitanas han permitido que cada vez más jóvenes gitanos y gitanas estén alcanzando niveles de instrucción superiores a los de la generación anterior.

Este incremento progresivo del nivel educativo de la población gitana corre el riesgo de frenarse si en la actual situación de pandemia y de potenciales riesgos no se ponen en marcha las medidas necesarias, tanto educativas como sanitarias, para garantizar que el alumnado gitano continúa su proceso educativo en igualdad de oportunidades y compensando sus desventajas educativas y sociales. 

La vuelta a las aulas para las familias gitanas

Este inicio de curso, afectado por la pandemia del Coronavirus, está suponiendo  temores y dudas para muchas familias, también para las familias gitanas, donde los menores han sido tradicionalmente personas de especial protección. Hay elementos estructurales que afectan de manera específica a las familias gitanas y que, por tanto, hay que tener en cuenta en este proceso de vuelta a las aulas, si queremos que alumnado y familias gitanas se sientan implicadas y seguras.

Ante todo, hay que tener en consideración la alta prevalencia de menores en las familias gitanas. A pesar del progresivo descenso de la tasa de natalidad, la población gitana es mucho más joven que la población general. Un 66% de las personas gitanas tienen menos de 30 años, y en la pirámide demográfica comparativa entre población gitana y no gitana, los menores de 10 años suponen un 11,5% en la población gitana frente al 4,7% en el conjunto de la población, y entre los 10 y los 19 años suponen un 12% frente al 5% del conjunto[1]. A partir del cálculo de la estimación de población gitana en España (750.000 personas[2]), estaríamos hablando de aproximadamente entre 170.000 y 180.000 menores gitanos y gitanas.

La grave situación de pobreza y exclusión social, que afecta a una buena parte de las familias gitanas y, por tanto, de menores, es otro elemento a tener en cuenta. Amplias capas de la población gitana se encuentran en riesgo de pobreza: el 86%. El indicador AROPE aplicado a los hogares gitanos asciende al 92%. Y el dato más alarmante es que el 46% de las familias gitanas viven en situación de extrema pobreza; familias que en la mayoría de los casos incluyen menores a su cargo. La tasa de pobreza infantil en la población gitana asciende al 89%, frente al 31,3% de la población general. El 52% de los menores viven en hogares en situación de pobreza extrema, y el 70% de los niños y niñas gitanas viven en un hogar en pobreza severa[3]. En muchos casos, además, tienen que convivir familias amplias o varias generaciones en un mismo hogar, con el riesgo que eso supone en estos momentos de pandemia especialmente para las personas mayores o quienes ya tienen una salud precaria. 

Especialmente preocupante es la realidad de niños, niñas y adolescentes gitanos en contextos de alta exclusión. Las condiciones de vivienda de las familias gitanas son uno de los factores clave que marcan su desarrollo personal, educativo y social. El 8,63% de las viviendas de familias gitanas son consideradas infraviviendas porque no reúnen las condiciones mínimas de habitabilidad[4]; son 9.000 hogares que suponen cerca de 40.000 personas, de las cuales calculamos que 14.000 son menores de 18 años. De esos 9.000 hogares, 2.273 son chabolas, con unas 11.000 personas, de las cuales unos 3.900 son menores de 18 años. 

Pero, sin duda, es la brecha de desigualdad educativa del alumnado gitano el elemento que debe condicionar la respuesta de las administraciones en este inicio de curso. La desigualdad educativa del alumnado gitano, que se manifiesta en todas las etapas educativas desde la educación infantil (tan solo un 24,5% de los menores gitanos se incorpora en educación infantil en la etapa de 0 a 3 y un 89% lo hace en el segundo ciclo), es evidente antes incluso de la finalización de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, con una tasa de fracaso escolar del 64%, es decir, alumnado gitano que no concluye los estudios obligatorios.  Por otra parte, el abandono escolar temprano de la juventud gitana se sitúa en el 63,7%[5]. 

Esta brecha sigue teniendo un efecto importante en los niveles educativos de la población gitana como se ha puesto de manifiesto con los últimos datos disponibles: solo el 17% de las personas gitanas tienen terminados al menos los Estudios Secundarios Obligatorios (ESO), frente al 77% de la población general[2].[6] 

A esta situación preocupante hay que hay añadir la brecha educativa de género y la brecha digital, con un evidente desfase en la adquisición de competencias digitales debido a la falta de recursos materiales y formación suficiente. Todo ello, sitúa al alumnado gitano en una situación de clara desventaja que limita sus oportunidades e impide el pleno disfrute de su derecho a la educación. 

Por último, y no menos importante, hay que tener en cuenta la fuerte estigmatización que sufre la comunidad gitana. La imagen social negativa asociada a las personas gitanas se ha visto agravada en el contexto de la crisis del Coronavirus. Esta percepción negativa generalizada corre el riesgo de afectar injustamente a niños y niñas gitanas en su proceso de incorporación a las aulas.

Propuestas a las administraciones educativas

Por todo lo anteriormente señalado, el alumnado gitano se sitúa en una situación de clara desventaja, y que la crisis actual generada por el Coronavirus no viene sino a agravar, por las desigualdades ya existentes, pero también por las deficiencias del propio sistema educativo. 

Por eso, desde la Fundación Secretariado Gitano pedimos a las distintas administraciones educativas una vuelta a las aulas segura, pero también equitativa e inclusiva, que compense las desigualdades educativas ya existentes, y ofrezca respuestas adaptadas y con perspectiva intercultural que eviten la desconexión de alumnado y familias gitanas del sistema educativo. La decisión última de las familias de incorporar a sus hijos e hijas a las aulas debe estar basada en la garantía de seguridad que tienen que ofrecer los centros educativos, una información clara, y recursos de apoyo y orientación. 

  1. Garantizar las necesarias medidas de seguridad en todos los centros educativos. La vuelta a las aulas debe contar con todas las garantías de prevención y protección frente a posibles contagios de la pandemia; las escuelas e institutos deben ser lugares seguros para niños, niñas y adolescentes en todas las circunstancias. Para ello, las administraciones educativas deben asegurar los recursos adicionales necesarios, tanto materiales, como recursos humanos, para hacer frente a esta situación extraordinaria. La inversión en educación debe ser una prioridad, y garantizar la presencialidad requiere de un compromiso económico por parte de todas las administraciones educativas. Un compromiso que debe ser mayor con aquellos centros educativos con un alto porcentaje de alumnado en situación de desventaja socio-educativa. Asimismo, la semipresencial debe llevarse a cabo con garantías para que todo el alumnado pueda seguir el curso con la máxima calidad, implementando acciones específicas dirigidas al alumnado que se encuentre en situación de vulnerabilidad. 
  1. Trasladar a las familias información completa, actualizada, rigurosa y clara sobre los protocolos de prevención y protección sanitaria en marcha dentro de cada centro educativo, abriendo espacios y canales para la comunicación e interlocución directa que generen confianza, cercanía y seguridad en las familias ante posibles dudas. 
  1. Ofrecer orientación a las familias sobre el proceso de incorporación y asistencia a las aulas de sus hijos e hijas, priorizando medidas de carácter preventivo (acompañamiento y apoyo a las familias) frente a las punitivas, e informando de manera imparcial sobre las posibles consecuencias, incluso penales, del absentismo, evitando mensajes y estilos amenazantes y sancionadores; pero, sobre todo, explicar de manera clara el impacto negativo en el proceso educativo de los niños y niñas de mantenerse fuera de la actividad lectiva presencial. El riesgo es una mayor tasa de fracaso y abandono escolar, especialmente en el caso de las niñas por el riesgo de que recaiga sobre ellas el cuidado de otros menores, y en consecuencia, mayor desigualdad educativa para el alumnado gitano. 
  1. Reforzar los mecanismos de acompañamiento y apoyo educativo dirigidos al alumnado con mayores dificultades. Precisamente en estos momentos de mayor incertidumbre e inestabilidad es cuando los niños y niñas en situación de vulnerabilidad educativa y social se descuelgan del proceso educativo y crece el riesgo de fracaso escolar. Debe haber un firme compromiso por parte de las administraciones educativas de que la pandemia del Covid-19 no genera mayores desigualdades educativas, y para ello es imprescindible que se refuercen los programas de orientación y apoyo educativo al alumnado que requiere ese acompañamiento escolar, así como reforzar la comunicación y orientación a las familias desde los propios centros educativos. 
  1. Reducir la brecha digital. Aunque haya una firme apuesta por la educación presencial, la brecha digital que sufren niños y niñas en situación de mayor vulnerabilidad sigue siendo una barrera para la igualdad de oportunidades. Es necesario mantener la inversión necesaria para garantizar el acceso universal a redes de comunicación (Internet) y digitalización de hogares, así como la formación en competencias y habilidades digitales, especialmente al alumnado con mayores dificultades, de manera que la brecha digital no profundice la brecha educativa. 

Desde la Fundación Secretariado Gitano nos ponemos a disposición de las administraciones educativas para ofrecer nuestra colaboración y asegurar una vuelta a las aulas segura, pero también equitativa e inclusiva para el alumnado gitano, y por eso continuamos nuestra actividad de orientación y refuerzo educativo, apoyando y acompañando al alumnado gitano y a sus familias (estamos trabajando anualmente con más de 3.400 alumnos y alumnas para contribuir a su éxito escolar); una labor que hemos intensificado en los últimos meses para reforzar el apoyo educativo al alumnado gitano. En estos momentos, estamos trabajando especialmente con las familias para, de manera complementaria a la función que deben cumplir los centros educativos, informar, acompañar y orientar el proceso de vuelta a las aulas.