
«La evolución ha sido importante desde los años 90 y sabemos que hay voluntad en los arquitectos, pero tenemos una herencia de edificios viejos con barreras», explicaba en un descanso de la sesión el propio Rojas. Y no sólo son los edificios públicos obsoletos o las viviendas sin rampas. La ciudad también puede ser una trampa para alguien que tenga que moverse en silla de ruedas. «Los casos históricos, especialmente, suelen ser entornos poco accesibles», lamentó Rojas.
En contra de lo que se cree, eliminar barreras arquitectónicas no tiene porqué elevar sustancialmente el precio de la construcción. «Más complicado es meter un coche en un garaje y se hace», insistía el coordinador del curso. Y es que, como puntualizaba el economista Julio Marco, «en la accesibilidad puede estar el éxito de las personas», en un mundo donde el discapacitado por fin sale a la calle y trabaja, de ahí la necesidad de «eliminar las barreras que no permiten llegar a relacionarse con los demás».
Noticia: Diario de León, 19 de septiembre de 2009
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